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jueves, 1 de agosto de 2013

SABADO SANTO SEVILLA (III).

SI NO HUBIERA CIELO, YO TE AMARA...

Mientras esperábamos a la hermandad del Sol se decidió que atravesando los Jardines de Murillo, la judería, etc… en definitiva otro trocito más de la incomparable Sevilla, podríamos llegar hasta, el que una vez definió el capataz Luís León con la Macarena por testigo, “el altar de la pobreza”… la verdad es que aún no me había apostado ante las puertas del convento de las hermanas de la Cruz, aunque a mí me gusta siempre llamarlo, ante el convento de Sor Ángela de la Cruz, porque ella, santa fue desde el mismo momento que nació… cuando leo o escucho algunas de las obras de Sor Angelita, la verdad es que me siento orgulloso de ser cristiano y católico, esta es la iglesia que menos les interesa vender a todos esos que cuando le damos un resquicio de polémica nos pisotean hasta dejarnos hechos papilla…
Esas puertas del cielo como las definiría entre otros Rafael Díaz Palacios y que decir como Manolo Santiago nos apretaba el nudo en aquella mañana de Resurrección, nunca me había apostado a escuchar a esa legión de angelitos de negro y tocado blanco, así como si fueran las Aguas del Museo, arrodillas, rezarle a los Cristos y cantarle melancólicas nanas a las Vírgenes, desparramando toda su fe, letras que a algunos le puede hacer pensar lo “talibanes” de estas santas señoras o apretar bien el nudo en el estómago, y hacer casi envidiar lo que puede ser el amor más terrenal y a la vez inalcanzable a Dios.
En mi primer Sábado Santo en Sevilla, lo primero que contemplé fue a la hermandad Servita en su camino de ida, la cual pasa ante las puertas del convento, pero que inexplicablemente desistí de esperar en la puerta y verla por la puerta del vecino convento del Espíritu Santo. Aquello parece que se me quedó clavado como una espinita en el corazón y quizás por ello, este año, encima llevando a dos primerizos, había que ver y sobre todo sentir lo que se forma cuando un paso se planta ante el mar blanco de la monjitas arrodilladas, aunque aún necesito escuchar una de las pocas muestras que suenan de verdad a gloria, en el triste Domingo de Resurrección para los capillitas. Este año tenía intención de estar por allí, entre la marea humana que arrastra la hermandad de la Amargura ya de recogía, pero ya saben que Dios decidió guardar Silencio, en el silencio de su iglesia, y que la Amargura seguiría a las suyas, conversando con San Juan, como cualquier día del año…







Por ello llegamos mucho antes de que llegara la cruz de guía con música de capilla en Sevilla, apenas había nadie, aunque los dos lados del cancel de la puerta ya estaban ocupados. Así sentados sobre la estrecha acera, esperamos mientras el entorno comenzaba a llenarse de aquellos que deseosos saben de lo sencillo pero a la vez lo grandilocuente que tiene que ser vivir los canticos de las monjitas. Allí esperamos a un amigo de David, otro paisano más, que se encuentra afincado en Sevilla por sus estudios musicales y que también le gusta la Semana Santa, sobre todo vista desde el mundo de las bandas, aunque su participación este año en la banda de la Cruz Roja de Sevilla le ha hecho ver que la Pasión según Sevilla es enormemente bella y a la vez demoledora para el aguante físico…
Así nos llegó Iván Villar, que lo conocía de vista y que curiosamente su familia es de la hermandad del pueblo que le rinde culto al misterio que estábamos esperando… la Piedad. Dentro del modelo casi cerrado de las hermandades de centro o rancias, es esta de los Servitas, de las que mejor ha podido forjarse su particular visión. El corazón atravesado por la siete espadas de dolor o los “siete cuchillos” como diría cualquier bailenense, se pegaba al pecho de los nazarenos negros, con cera color tiniebla –una cera que me gusta tanto, que incluso me traje un pequeño cirio adquirido en una tienda en la plaza del Salvador-, esa cera anaranjada tan afín a las hermandades serias, y los Servitas sin duda lo son. Me complace la verdad estar con personas como Iván que al escuchar mis explicaciones les hacen ver las cosas de otra manera y sin duda ver que la Semana Santa es mucho más apasionante y embrujadora de lo que se suele captar a simple vista, cuando se mira también como una cultura que vas más allá de la devoción. El rigor de los nazarenos, los servidores vestidos de época y la siempre evocadora música del trio de capilla nos traía la gloria mustia, sin duda mi amigo Pedro Guerrero disfrutaba lo que no está escrito, el que ya ha alcanzado la gracia, comprender y saborear esto, es siempre lo más complicado y no paraba de repetirme, “esto es lo que quiero para mi hermandad”… envidia sana, deseos de crecer, pasión por el perfeccionismo… como se puede disfrutar con algo tan lúgubre… si creyera en la reencarnación diría que somos unos decimonónicos en el siglo XXI…







Y así, al fondo, donde hace unos años me extasié del paso de la Piedad, o la Virgen de los Dolores, el magnífico conjunto sobre el que se fundó la actual cofradía, aparecía un gran paso, que además de su calidad aporta una nueva visión de paso al gran elenco sevillano, como digo una apuesta acertada a buscar una particularidad propia dentro de una esencia tan definida. la música sobria y clásica de la banda municipal de Alcalá de Guadaira completaba la estampa perfecta, mientras la cruz arbórea se cimbreaba al compás de “Mektub” y de ella pendía un riquísimo y elegante sudario que le daba más prestancia retablística a esta visión, creo más granadina que sevillana, del pasaje de la Virgen con el cuerpo de Jesús muerto sobre su regazo, lo cierto es que José Montes de Oca, creo que se puede decir que no siguió la corriente imperante en su época para realizar este impresionante conjunto, y es que me declaro un apasionado del estilo de Montes de Oca, sobre todo de la particular belleza de sus dolorosas, tan desgarradas de dolor a las que no les falta la belleza, o más bien como se veía la belleza en su época. Hoy solo un rancio encargaría una imagen de estas características…








Abriendo el compás, como siempre camina este paso, comandado por la familia Villanueva, donde uno de sus peones es un viejo amigo cordobés, Miguel, fiel seguidor de la escuela de la casta Villanueva. Una joya de paso con sus característicos faroles que en los últimos años está enriqueciéndose aún más, sin duda para mi están formando un auténtico altar andante donde al parecer le queda una cruz tipo de carey y plata. Pero la magnificencia, que sorprendía a Iván, el cual nunca se esperaba ver una Piedad así… hasta que se hizo el silencio, o casi, porque dos costaleros que se quedaron junto al paso siguieron a su bola sin percatarse de que los angelitos de Sor Ángela ya habían comenzado a cantar… el “ssshhhh” rápidamente los calló mientras decidí aprovechar el momento y la situación para grabar la escena… aquí llega lo complicado, como les explico lo místico con palabras, con mis faltas y humildes palabras como me dicen los anónimos, lo que pude ver con mis ojos, a través del objetivo, la manera de contemplación de las hermanas, una parecía una María de un paso de calvario, por no decir la misma Virgen, como clavaba su mirada en la Piedad… que aura más indescriptible, que cuando volví de Sevilla llegue a sopesar con empezar la crónica con este momento, sin izquierdos, ni barcos, ni solos de corneta ni marcha “farfaniana”, no había el folclore del que se nos señala, solo había recogimiento y sencillez, ahí comprendí todo lo que se cuenta, las emociones de los capataces poetas cuando llegan a este punto, en cierta ocasión, le dije a una monja, que con solo ver los videos de estos momentos, conseguía alcanzar un estado de emoción que no sabía ni explicarme yo mismo, que la gracia de los cielos se intuía en estos instantes…





Rápidamente se olvidó la estética, la suntuosidad, donde por cierto la Virgen estrenaba un conjunto de bordados completo,  aunque seguro que los que estábamos allí éramos todos amantes de todo esto, pero que a la vez tenemos claro cuando estamos ante la verdadera esencia, la que desprendían esa estampa humilde y bella, allí el “cani Kofrade” sin duda no hacia acto de presencia. La Piedad parecía desgarrada de dolor mostrarle a las monjitas, ellas que asisten a tantos y tantos en el lecho de muerte, el cuerpo de su Hijo, la Virgen parecía más en su condición humana y pedía Caridad para su Hijo, el que tiene la potestad de la Providencia mientras ellas solo veían a Dios descarnado y le cantaban que no las movía el infierno tan temido por que “aunque no hubiera cielo yo te amara, aunque no hubiera infierno te temiera…”
Fue un momento espeluznante, de vello erizado, el silencio se podía cortar con un cuchillo, con algo tan simple, quien duda de que ellas ya tienen ganado el cielo, aunque le digan a Dios “que no les tiene que dar aunque te quiera”… un lema en el zaguán de la gloria nos recordaba los valores esenciales: “RICOS DE LA TIERRA MIRAD AL CIELO LIMOSNA PARA LOS POBRES Y ENFERMOS” esa es la única misión mundana de sus vidas…


En una burbuja casi mística, irrumpió de nuevo el llamador, el paso se alzó a ese cielo que pide limosna y la música de Abel Moreno dibujó la despedida fugaz, el momento efímero, ya nos retrotraía a lo que aún quedaba, pero antes me pasó algo que me gustaría comentar. Me llega un señor y me pregunta si soy sevillano, obviamente le conteste que NO. Su gesto de entendimiento hacia como si me “perdonara” o comprendiera algo que se me escapa del entendimiento, informándome de que no se debe grabar a las monjitas cuando cantan… la verdad me quede un poco cortado, pero como le dije a mis compañeros, si estábamos allí es porque en infinidad de ocasiones estos momentos han sido grabados video gráficamente, incluso captados por fotografía, si hasta el mítico video de Manolo Santiago está grabado casi entre ellas desde el interior, por ello aunque no venga al caso se los adjunto.
Luego, cuando ya el paso se alejaba por el estrecho de la calle, este caballero se me acercó nuevamente y me decía, que hay que respetar el deseo de las monjitas de no ser grabadas, la verdad no sé si será así, y es cierto que estos videos como cualquier cosa de esta vida se puede utilizar para producir la mofa y el mal, pero creo que ya está bien de ser tan precavidos, porque lo mismo que puede producir el mal, puede producir el bien, como a mí, que me hizo acercarme por la emoción que siempre me desprendía la visualización de estos momentos y por ello, cuelgo el video, porque estoy seguro que a muchos les llenara el alma… sin duda es el video más visto de los que grabé la pasada Semana Santa…


Lo cierto es que me encontré entre la espada y la pared, para cuando llegó el paso de palio, o no enfocaba a las monjitas o mandaba a este caballero a darle lecciones de moral a otro, y opté por lo primero aunque hoy me pesa, porque es negarle al mundo la gracia que supone mirar las caras de las monjitas cuando le cantan, rebosante la fe, a Dios y su Madre Santísima.
Aparecía el igualmente, simpar palio de cajón de la Soledad de los Servitas, el dibujo de sus bambalinas exteriores es inconfundible –y también archicopiado en toda Andalucía- y se hacía más que la música; la genialidad. Nos retrotraía a ese entorno en la tarde del Domingo de Ramos, Font de Anta suspiraba la marcha por excelencia de la Semana Santa y la Soledad se acercaba hasta el altar de la pobreza al compás de “Amarguras”… como se me oye en el video, esto solo te puede sonar a Semana Santa… y la estábamos cerrando a lo grande. La familia Font seguía merodeando a los pies de dolorosa servita y se hacia una nueva genialidad para encarar el paso ante las monjitas, con “Quinta Angustia” dándonos de bruces con su singular palio, salido del ingenio, como gran parte de la cofradía, del que fuera su hermano mayor, Antonio Joaquín Dubé de Luque, sus faroles, como le gustan a Pedro para un palio mustio, las curiosas maniguetas de madera en un paso de orfebrería o el ultimo eslabón que le quedaba al paso, el manto de suntuoso barroco que nos seguía llenando el alma de rancidez extrema.
Las hermanas entonaban una dulce Salve para la Virgen que sacó de la madera Antonio Castillo Lastrucci y que en verdad retalló extremadamente el citado imaginero Dubé de Luque. Así, con los ecos en honor a otra de las hermandades de rancio abolengo de la ciudad, con la marcha “Cristo de la Alcazaba” se comenzó a despedir la Soledad y toda la hermandad de los Servitas, la cual nos hizo rozar emociones indescriptibles, recreando quizás, sin duda para mí, el momento más mágico de la pasada Semana Santa del año del Señor de 2013, aunque el próximo punto seria la puerta de los Panaderos, o en la misma esquina entre Lasso de la Vega y volver a disfrutar de su peculiar estilo….


Fotos: David Mira.

CONTINUARÁ...

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