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martes, 12 de febrero de 2013

CUARENTA DÍAS PARA TOCAR EL CIELO...

Si el año pasado abrí la cuaresma más emocionantemente, este año y desde hace ya un tiempo parece que al de allí arriba se le antojado de que este año no esté con la misma energía, o por lo menos cuando recibo una gran carga, va y pasa algo que me la vacía toda. Llevaba soñando unas semanas con una nueva oportunidad de vivir intensamente la semana donde más me toca la fibra del alma y ahora me tengo que adentrar en un tiempo de incertidumbre para ver que pasará… aun así, mejor pensar en que un año más hemos llegado al golpe seco de un pertiguero que hace alzar los ciriales que iluminan el caminar de Dios por la ciudad, donde todos volvemos a sentir el aroma de la pasión muy cerca. Ese miércoles señalado donde por los confines de España se acerca ese pájaro, quizás águila de San Juan, siempre de color morado que viene a inundarnos de mi tiempo mejor, la gran Semana de Dios…
Un término que utilizo logrado del pregón de la Semana Santa de Barbeito, en esa parte inicial que han calificado como las “vísperas”. El otro día hablaba con el amigo Pedro Guerrero de pregones y sus diversas variedades y le hablé que si Herrera el año pasado me levantaba del asiento, este año, porque quizás así lo ha querido el Soberano Eterno, lo aré con la templanza de Barbeito y este fabuloso video de las vísperas… solo le aplaudieron al final, muchos seguramente por lo protocolario, nunca buscó la poesía que levanta aplausos… yo creo que quizás muchos, los que sabían entenderlo de “pe a pa” –aún hay muchos que dicen que no pillaban ná- le aplaudían con un nudo en la garganta, con un pellizco en el corazón en esa espera, que por entonces le quedaba una semana… a partir de hoy le quedará cuarenta días con sus cuarenta noches, y bendita suerte de aquellos, que pueden decir aquello de “pero que cuarenta días y que cuarenta noches…”
Sinceramente, escucho a Barbeito con la conseguida música del montaje video-gráfico y se me encoge el alma, aunque con tristeza porque quizás este año no esté lo suficientemente en lo que cada día crece y crece, más y más en mi interior como mi paraíso de la vida, y es que esta semana según aquel lugar le da como el oxígeno diario para continuar caminando como el galileo bendito… como esos pies desgastados con apenas un año de vida, que mañana volverá abrir la cuenta atrás en mi pueblo de ese Dios Humilde y Misericordioso, que si Él lo ve a bien, recibirá una luz quizás nunca antes vista en este pueblo tan complicado para con las cosas de Dios y la pasión por las cofradías.
Pareciese que la cuaresma entrase un siete de enero pero no, la ceniza se incrustará a partir de mañana en nuestras almas, y el morado será el color por excelencia, el incienso ya olerá como en ninguna otra fecha del año, ya gustará escuchar música de Semana Santa a todas horas y cuando aún veamos parihuelas o pasos pasar delante nuestra ensayando, seguiremos pellizcándonos para poder creérnoslo de que ya mismo, como diría Barbeito, la Semana de Dios nos suene dentro… por ello parafraseándolo, esperad mis impacientes capillitas, para tocar el cielo con las manos nos falta solamente cuarenta días… y solo Él sabrá cómo serán.


Parece que es la hora, y no es la hora.
Parece que está todo… y algo falta.
Parece que la alcanzo y es más alta.
Parece que se acerca, y se evapora.
Parece que amanece, y es la aurora.
Parece que es su voz, me sobresalta,
y siento que algo huye, algo salta
como una luz esquiva y brincadora.
Pero sigo esperando, que a mi modo,
en ese hueco de esperarla, todo
me sabe a la alegría del reencuentro.
Si en mi pulso ya late su latido,
¿qué será cuando, al ver que ya ha venido,
la semana de Dios me suene dentro?
Parece que ya estamos y no estamos.
Parece que es el día y no es el día.
Parece que traía y nos traía
un domingo de palmas y de ramos
y todavía el día no alcanzamos,
aunque nos parecía que venía,
aunque al mirar al lejos parecía…
Y por esa esperanza la esperamos.
Parece que la tengo, y no la tengo,
parece que en la mano la sostengo
pero en la mano yo no la distingo.
¿Qué será cuando al fin se manifieste
estrenando una túnica celeste
y vista de celestes el domingo?
Parecía que nunca volvería.
Parecía que ya no se acordaba.
Parecía que el tiempo la alejaba
y que en el tiempo mismo se perdía.
Parecía que no nos conocía.
Parecía que ya nos olvidaba.
Parecía que poco le importaba
volver al mismo nido… Parecía.
Pero mirad al sol haciendo guiños
en los ojos sagrados de los niños,
donde se purifica la mañana…
Esperad, mis impacientes paisanos:
para tocar el cielo con las manos
nos falta solamente una semana.

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