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sábado, 10 de abril de 2010

DOMINGO DE RAMOS...SEVILLA, CIUDAD DE LA LUZ (y II)



Un año más el Señor del Silencio en el Desprecio de Herodes nos ha permitido que nos quedásemos una vez más embobados mientras el silencio de la plaza – bueno nos tuvo que tocar detrás unos canis- se hacia música trianera salida de la corneta del Vera, el barco dorado con reminiscencias de San Lorenzo sale portentoso a las ordenes de Villanueva para dar nuevamente una lección de como tiene que andar un paso. Un largo andar tras ese interminable hilo blanco que cruza la ciudad con las más seria y increíble banda de las Tres Caídas, más conocida por su idiosincrasia en la Madrugá que por este tipo de acompañamiento.




Tras Él como no, la Reina de la Amargura al sublime compás de ese pedazo de obra de arte musical de los Font de Anta. Su indefinible paso de palio salido del genio de Juan Manuel y Cayetano atraviesa ese mar del almas que siempre arrastra esta hermandad a su paso buscando la calle Feria.


Tras esto otra grata sorpresa al encontrarnos a otros peazos de peones Soberanos como el Moro y Pedro y al amigo -y este año auxiliar en el misterio del Soberano de Linares- Miguelillo. Atravesamos las estrechas calles de la zona para desembocar en calle Trajano donde ellos se quedaron para presenciar nuevamente a la cofradía y Felix y yo nos encaminamos en busca de calle Cuna para presenciar el Amor de Cristo y al Socorro de nuestros males....

Más de una vez me han dicho que no tengo perdón de Dios por haber ido varios Domingos de Ramos a Sevilla y no haber visto al Cristo del Amor...y que razón que tenían aunque por ello nos perdiésemos este año a la cofradía de la Hiniesta – también no vimos el paso de la Borriquita-.
Allí más apretados que en una lata de sardinas y casi indignado con la "geta" de algunos pasó esta añeja hermandad y llegó el portento, la madera echa carne y que razón tiene aquel que se pregunta si las manos de Mesa eran humanas. Que altura, que maravilla de paso, como su cuerpo cae al frente, el Pelícano dándonos lecciones de Amor a sus pies, un instante y un mundo a su paso...
Tras el Señor otra delicia para los sentidos, casi chocando la plata y el bordado en mi nariz pasó la Señora del Socorro en unos de los palios más completos de Sevilla, con sus sones fúnebres y solemnes que por culpa de algunos...-no se ni como definirlos- no iba a poder disfrutar el Jueves Santo su "vecina" de la Merced.
Tras esto y comernos un bocadillo que seguramente estaba echo desde el Domingo de Ramos anterior nos encaminamos en busca de Triana....
Desde la tarde dicen que Cristo y su Madre Bendita , Reina de las Estrellas estaban "trianeando" por Sevilla pero no es hasta la noche, en la vuelta cuando nos detenemos a disfrutar de la hermandad de la Estrella en el Baratillo. Ya en el cruce en la Avenida de la Constitución pudimos ver el "milagro", como un paso palio que parece que no se mueve ¡anda!....y es que la cuadrilla de la Estrella es de otro mundo. Entre esto pudimos contemplar la llegada a la plaza de Molviedro del palio de la cofradía de Jesús Despojado a los sones de "La Madrugá".



De otro mundo fue la llegada del misterio del Señor de la Penas a la capillita de la calle Adriano.



Con un exorno floral novedoso y muy de moda esta Semana Santa -no solo en Sevilla- dejando de lado el normal exorno de monte de clavel rojo en lugar de la mezcla de varios tipos de flor y colores, llegó como de costumbre aunque a mi este año me ha gustado más con su típico andar trianero, con sus costeros, tres pasos y su espectaculares izquierdos, con una banda de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas interpretando varias marchas – espectacular la marcha de despedida "El Refugio de una Madre- de una calidad espectacular dibujando uno de los momentos más intensos que he vivido en la ciudad de Sevilla y sus hermandades y cofradías. Allí nuevamente con los amigos Pedro, Moro y sus respectivas señoras disfrutamos una barbaridad de este portento de cuadrilla y paso – de luto por su autor, Antonio Martín Fernández- y sobre todo del "Zapatero de Triana", el Señor de la Penas.



Nuestro "mono" de Herodes nos hizo irnos y no ver la llegada de la Estrella para volver a la plaza del Salvador y contemplar el barco del barrio de la Feria de vuelta bajo el oscuro manto de la noche, entre las maravillosas calles del casco antiguo sevillano que en la noche dan un encanto especial y único al discurrir de Dios y su Madre Bendita por la ciudad.



Tras esto y con lo pies recordándome que la Semana Santa también es Penitencia volvimos a la Cartuja a por el coche e irnos a descansar, que el día siguiente nos depararía muchas cosas y algunos sin sabores...

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