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miércoles, 12 de diciembre de 2012

EL REY MORENO DEL BARATILLO...


La próxima Semana Santa en Sevilla si no me equivoco estará marcada por las varias restauraciones que se están acometiendo a diversas imágenes titulares de sus cofradías. Restauraciones de las que sin duda darán de que hablar, ya lo están haciendo, porque las intervenciones  han aportado señas notables en las que el pueblo puede lanzar sus opiniones, por ello me ha llamado la atención muchas cosas de la restauración del que como indica el titulo, es el Rey de los hermanos del Baratillo, ellos acostumbrados a que se les conozca por la hermandad donde poderosamente reinan dos imágenes de la Virgen, las “Reinas del Baratillo” parafraseando a la marcha cigarrera y donde parece que Él, el Señor de la Misericordia pasa un poco más inadvertido, es algo común a mi apreciación cuando el Señor forma parte de la iconografía de la Piedad. Curiosamente ha sido restaurado por del que no tengo duda es un imaginero, gran imaginero Juan Manuel Miñarro, pero del que no sé seguro si también en su corriculum entra el de restaurador, me refiero a formado académicamente en ello, porque para mi suele haber unas diferencias muy claras entre el que es restaurador y el que es imaginero y obviamente también puede restaurar, incluso yendo más allá, poseyendo formación académica de ambas especialidades del mundo de las Bellas Artes.
Por cierto, Miñarro también creo que es uno de los mejores estudiosos de la Sabana Santa de Turín y el Hombre de la Síndone, además de todos los elementos que van unidos directa o indirectamente con este asunto. Ahora que la humanidad a mostrado sus “grandes” niveles de formación religiosa, con la sorpresa ante las noticias de que presumiblemente el Papa había eliminado del tradicional y como siempre iconográfico y catequético –misión primordial de Trento ante la imaginería religiosa- Portal de Belén a la mula y el buey, quizás algún día esos que tanto alardean de progresismo y de ser los más listos del mundo criticando a la iglesia sin saber de lo que hablan, por haberles tocado vivir en el siglo presente y por lógica mas avanzado y que luego demuestran saber más bien poco de nada, se sorprendan cuando se diga –si un periodista nada imparcial y amarillista de turno le da bombo al asunto-, que con toda probabilidad la escena de la Piedad, es decir María recibe el cuerpo muerto de su hijo tras ser descendido y lo llora amargamente al pie de la cruz, quizás nunca se dio ni ocurrió. No se especifica en ningún evangelio y los estudios sindónicos y científicos, en concreto en el Pañolón de Oviedo indican que el cuerpo –si fue el de Jesucristo- que cubrió este trozo de tela –y que coincide al 100% con el Hombre de la Síndone-, estuvo tirado en el suelo bastantes minutos boca abajo y seguramente con el Patíbulum –y por ende desprendido del Stipes- aun clavado en sus manos. La respuesta seria muy simple, este pasaje iconográfico nace de la piedad popular, posiblemente germánica,  para catequizar y transmitir unos valores al pueblo que contempla esta trágica y dulce escena, como vuelta a los brazos de la Madre como cuando era un bebe en Belén,  de la total aceptación humana ante los problemas y las desgracias como siempre hizo la Stma. Virgen María… un evangelio para los sencillos como diría D. Antonio Balboa. Quizás Miñarro trabajando sobre el cuerpo del Cristo de Ortega Bru habrá pensado en eso…
Seguramente y volviendo a la restauración, los que mejor puede hablar de esto son estos dos tipos de profesionales que al fin y al cabo son los que están en el ajo, se untan las manos de verdad y saben las verdades de todo esto, luego lo que nos cuenten  a los que no hemos cogido una gubia o un bisturí en la vida dependerá mucho de lo que a ellos les interese, por muy artistas que sean siempre miraran por sus interés, como cualquiera haría con el pan de sus hijos. Como estaba y estará, algo tan importante como el interior de la imagen solo lo sabrán ellos, los demás solo podemos quedarnos con el exterior –y lo que la buena voluntad de secundarios y clientes nos quieran aportar-, el cuerpo que gubiase por primera vez para Sevilla, Luis Ortega Bru en 1951, estando más influenciado por las corrientes del puro neobarroco sevillano que por su propia y genuina impronta artística, y la policromía “morena” que le imprimiese el pintor y hermano de la corporación, Guillermo Bonilla – Miñarro a destacado que la policromía era más propia de un lienzo que de una imagen-. Policromía que a despertado cierta polémica, que me ha llamado la atención sobre aquellos que ya sean desconocedores de restauración, imaginería y sus historias, más lo que se proclaman restauradores u expertos cualificados y formados académicamente los cuales pocos, por no decir ninguno llegan a coincidir en sus análisis, como digo el que sabe y el que da evidencias de que no pero todos convencidos de que lo suyo es la verdad. Yo observando fotografías del Señor, llego a la conclusión de que Miñarro a limpiado las capas de suciedad o pátina del tiempo que ya alcanzaban a afear la imagen más que darle esa solera, que en un cierto punto llegan a alcanzar cualquier imagen, paso o bordado con esta acumulación de suciedad, lo cierto es que a mi una imagen me gusta más con ese punto, ni tan fresca y clara como “recién salido del horno” del estreno ni tan desfigurada como muchas imágenes llegaron a los albores del siglo XXI en toda España. La restauración última al Gran Poder, para mi es una evidencia de respeto a ese “punto óptimo” de pátina.


No me equivocaría mucho, si digo que lo que muchos llamamos “policromías gitanas” surgen en el siglo XX intentando emular los tonos oscuros y como digo llenos de solera de la imaginería antigua que llega a nuestras manos. Por eso muchos se sorprende cuando algunas imágenes vuelven “muy claras” de una restauración con limpieza, porque si la restauración ha sido respetuosa y profesional, lo único que ha desvelado es como era la imagen cuando se creó o por lo menos desde cuando se imprimó esa policromía, como ejemplo, en mi pueblo muchos pensaron que la portentosa imagen de San Dimas cuando fue a mi parecer acertadamente restaurada por José Luis Ojeda Navío, había sido policromada de nuevo cuando tan solo se eliminó capas de suciedad, que en cierto modo, aunque ya sobrepasaba los limites, le imprimía un encanto y sabor antiguo del que ya se está recuperando el imaginario de su pueblo.
Como apunte añadir que en siglos pasados una imagen divina, sobre todo de Jesús o la Virgen Maria se le imprimía una policromía de una persona blanca,-aunque el tono de Ellos seguramente fuese más oscuro como judíos que fueron- de las que son muy claras como quizás tan solo en aquellas noches de los tiempos tenían los personajes de la nobleza, ya que los plebeyos y gente del pueblo estaban tostados y enrudecidos por los fuertes trabajos de la vida al sol. Por ello, la mentalidad de la época consideraba que para mostrar la grandeza divina con forma humana, solo podrían imprimirse unas pautas, una impronta de los seres más poderosos de la sociedad… evidentemente, y pensando en el contexto de aquella sociedad, si una imagen quería catequizar al pueblo como que Dios era algo poderoso, pero de una clase de poder que entendiera el analfabeto, tendría que parecer más un rey o un noble con la piel clarísima que lo que hoy si se destila, imágenes “morenas” que entonces emulaban más a lo que se consideraba la lacra de la sociedad como podría ser los trabajadores del pueblo, más los moriscos, gitanos, etc… si Dios o la Virgen eran lo más “poderoso” no podrían parecer un ser minusvalorado en aquella sociedad, incluso por los que lo eran. Por eso pienso que la moda actual de policromar en tonos morenos es debido a que muchas imágenes realizadas en aquellos siglos irrepetibles en lo artístico, llegaron a nuestros días tostados por la acumulación de suciedad como puede ser el humo de las velas, que sin duda en muchas ocasiones le imprimían un aspecto que el ser humano solemos citar como “la solera” y que con las limpiezas actuales están poco a poco rompiendo el mito, muy afín al "capillismo".




Por eso creo que la pátina que ha eliminado Miñarro – no descartaría además esas “veladuras aficionadas” con betún que suelen imprimir el capillita de turno en cualquier hermandad- a mostrado matices antes muy ocultos de la policromía de Bonilla. Muchos lo ha señalado y acusado de haberle imprimido nuevas veladuras incluso de resaltar coloraciones en la sangre y el color tostado de la piel, aunque a mi parecer creo que no, porque como digo, esta imagen no fue policromada por Ortega Bru, que como muchos sabrán eran muy diferentes y mucho más claras que la del Señor del Baratillo, en cierto modo esta imagen se apartan en grandes porcentajes del estilo único y genuino del maestro nacido en San Roque. Pero tampoco descarto esta opinión porque a mi parecer cuando un imaginero restaura, a mi impresión, la que quizás solo podría explicarles con unas fotos o las mismísimas imágenes delante – aquí para mi, escribiendo, me es arto complicado, para que tanta palabra técnica que ni los profesores entienden-, suelen presentar ligerísimos cambios, cuando a veces son rotundos, con o sin permiso del dueño, comúnmente una hermandad. No pocas polémicas han tenido algunas restauraciones de Miñarro por ser uno de los protagonistas de esta entrada cuando las imágenes han salido de su taller, en Sevilla o por ejemplo, en Málaga donde llegó a repolicromar una imagen, la cual ciertamente poseía una mala policromía heredada de  las malas restauraciones antiguas y que él mejoro notablemente, pero esto son licencias que se suelen tomar los imagineros, que al fin de cuentas son creadores mientras los profesionales de la restauración están educados y capacitados para el respeto y la recuperación de la obra original, donde creo que en este caso, del Cristo de la Misericordia de la hermandad del Baratillo no se ha dado, pero esta circunstancias de este mundo cofradiero es la que he querido reflejar para el conocimiento, así por lo alto de lo que opino de este tipo de trabajos. Algunos imagineros, como Romero Zafra me consta –hace unos años el mismo me lo dijo, hoy ya no se si tiene a alguien- que trabajan con restauradores cualificados y aun así, cuando su taller a restaurado una imagen le noto matices identificativos con sus trabajos policromos, son sin duda esas las licencias que muchos temen de los imagineros, algo que para mi muy pocas veces noto cuando el trabajo es de un restaurador simple y puro.

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El año de ejecución de la imagen, prácticamente nos concede la posibilidad de contemplar la imagen en fotografías de la época en blanco y negro, algo que dificulta la contemplación  y el análisis de cómo fue o que tono tenía la policromía que le insufló Guillermo Bonilla al Cristo de la Misericordia. Yo les aporto una ampliada de mi colección “Sevilla en la Memoria” donde apostaría por inducir a que el “brillo” de lo nuevo que presenta nuevamente la imagen en la capillita de la calle Adriano, ya en manos de su Madre Bendita de la Piedad es muy similar al que se intuye en la fotografía. Por eso el “Rey del Baratillo” ha vuelto reluciente, aplaudo a su hermandad por apostar por el mantenimiento y respeto de sus titulares para su devoción y como obras de arte que son y así esperemos que el Miércoles Santo vuelva a estremecer a Sevilla con el trágico vencimiento de su cuerpo sobre las rodillas de su Madre como signo inequívoco de la muerte, caminando de frente y solemne, de las cornetas más desgarradas emulando al llanto sereno de la Virgen, tal como sigue imprimiéndole su hermandad al Señor de la Misericordia, y como no, a Ntra. Sra. de la Piedad, porque muchos son los que no saben decir si es un Paso de Cristo o Mariano…


Fotos: www.periodistacofrade.blogspot.com.es/ y Lito Álvarez Ruiz

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