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lunes, 17 de febrero de 2014

BAILÉN 1991. SABADO SANTO

En 1991 también tendríamos una jornada procesional más, con la llamada “procesión de la Soledad” en la jornada de Sábado Santo. Fue el último año en que se celebró en esta jornada que antaño fue llamada como Sábado de Gloria, como aun la siguen llamado los más viejos, pero la liturgia la introdujo en un día más de penitencia, razón por la que se podía procesionar vistiendo túnicas en este día. Antaño también existía más o menos esta procesión, aunque en cierto modo era un mero traslado de San Juan y la Virgen de los Dolores, de mañana, cuando salían en pequeñas andas, hasta la Ermita de la Soledad tras acabar la Semana Santa. La verdad no tengo documentos para poder aclarar cómo sería entonces la procesión de la Soledad, esta que vemos y la del año anterior si no me equivoco solo se organizaron en aquel año, cuando las hermandades se desataban en salir tantas y tantas veces.  Era sin duda una nueva perspectiva con el crecimiento en todos los sentidos del aparato procesionista bailenense, algo que por litúrgico se podría recuperar aunque las mismas normas diocesanas no permitan actos públicos penitenciales actualmente en esta jornada en toda la provincia de Jaén, algo que no me explico cómo unos mismos ministros de una misma iglesia, no objetan nada en otras diócesis y en otras se dicta justamente lo contrario… no sé por qué, pero nuestra inmortal imagen, alegoría plena a mi parecer de Sábado Santo, San Dimas, en el paraíso prometido, podría llenar quizás en el fututo esta jornada “desaprovechada” de la Semana Santa…
En aquella ocasión la hermandad de los Dolores recurriría nuevamente a tener que contratar una banda, por segundo año consecutivo, la banda perteneciente a la hermandad de la Columna de Linares, una formación afín a esos “sucedáneos” de estilos que siempre ha imperado en un sector de la música procesional linarense. Un tipo de banda de cabecera más reducida en componentes, típicas del ingenio linarense, que interpretaban también marchas de palio y de agrupación con una instrumentación muy diversa y diferente.


Dos videos nuevamente para recodar aquella procesión, que gozó de aceptación, dibujando como una especie de segundo Domingo de Ramos, de tarde-noche que no paliaba las ganas de procesiones a los ciudadanos. Abría la procesión, en su última salida en la Semana Santa, la imagen de San Juan evangelista con su humilde y familiar cofradía, en el año de aquella capa que nunca más volvió a repetirse, embutida en su esencia ochentera mientras en la cabeza de “Carape” se comenzaba a gestar todo lo que debería de venir al año siguiente, porque apellidos “sanjuaneros” los hubo esenciales, pero como la labor que desplegó durante esos años hasta el último día de su vida, fue incuestionable y digna siempre de recordar, la verdad que cuando lo veo pasar a cara descubierta por estos videos, siento la añoranza de los que nos enseñaron a amar este mundo a las generaciones posteriores, la verdad cada vez que sigo viendo a San Juan se me hace raro no verlo aparecer y que me preguntara como veía todo lo que estaba haciendo…

Al final, allí en la siempre solitaria Soledad, más entonces que no había Tanatorio, en la oscuridad y respeto que desprende el camposanto, se hacia la algarabía, seguramente en el día menos propicio, pero se hacía… y por ende aquello se llenaba de los amantes del más puro espíritu folclórico de la Semana Santa, volvían a sacar al Cristo del Buen Morir y se realizaba un encuentro o saludo con los tres pasos, porque San Juan por entonces dibujaba una anecdótica sacra-conversación en el camarín de la Virgen de los Dolores, algo que por historia se podría recuperar aunque solo fuese para el culto interno. Es llamativo el recurso al que recurrieron entonces de utilizar el mecanismo de subida y bajada del crucificado como un instrumento ceremonial o eso me parece a mí, ya fuese sonando la marcha real u el toque de oración, no sé con qué sentido, pero que sin duda era lo único más sobrio y acorde a la liturgia que se vivía, siempre embutida en alegría, vivas y exaltación de la devoción que durante muchos años congregó a muchos bailenenses en aquella siempre última salida de la Virgen de Bailén, en aquel año en Sábado Santo y posteriormente en la madrugada del Viernes a Sábado Santo.

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