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sábado, 1 de febrero de 2014

LAS MARAVILLAS DE CANDELARIA...

Hace un tiempo que quería hablarles de las maravillas que desprende una dulce señora por las calles de Córdoba. Son muchas las maravillas que desprende su cofradía, en algunas ocasiones las he mostrado aquí, como las de sus dos hijos, que son uno, lo mismo va orando en el huerto que azotado y Amarrao en una columna. Pero me falta la princesa de la cofradía de San Francisco, la cual toma protagonismo en estos días, por su onomástica, la Candelaria…
Que duda les puede caber sobre mi admiración por el modelo que presenta cada Domingo de Ramos la hermandad del Huerto en las calles de Córdoba, un estilo marcado que en cierto modo la erige como una de las madres de un canon que está poco a poco implantándose en Andalucía, cuando una hermandad, embutida en la sevillanas maneras, cambió los aires de barrio por un clasicismo más marcado, dándole quizás la idiosincrasia más propia al fin y al cabo de una cofradía penitencial, que incluso su lado letifico también forjo las luctuosas costumbres para el caminar glorioso de María. El Amparo de la Virgen es el resultado del pasado mariano de esta hermandad, cuando en la noche de los tiempos era la mascarilla y manos de la gloria de la hermandad la que paseaba los Dolores –gozosos- de María en Córdoba tras la Oración y el Amarrao. La verdad que todas estas obras solo me cabe catalogarlas de excelentes, cuando en la definitiva refundación de la hermandad se acometió el proyecto de hacer una hermandad grande con la herencia del pasado. Fue cuando Candelaria llegó a la hermandad de la calle San Fernando, para perfumar como el azahar el primer día de la gran semana de Dios. Una imagen particular, muy dolorosa salida de las manos del artista Antonio Rubio Moreno para codearse con sus dos grandes baluartes artísticos Cristíferos.




Las manos orfebres de  Manuel de los Ríos o hijos de Juan Fernández realizaron ese paso que por noviembre se convierte en galeón glorioso de plata para el Amparo de Córdoba y que en la tarde noche del Domingo de Ramos se convierte en templete celestial para una Virgen que ha llegado grande y levantando las maravillas de aquellos que se extasían contemplándola, porque Ella desprende una luz especial y con sabor, para eso Ella es la candela que calienta los corazones que ante ella se postran fríos y desangelados. Es que es una maravilla contemplar esta cofradía, y lo siento si pueden pensar que ya  vuelvo otra vez con los peloteos, pero la mano y la sabiduría de ese gran bajito que lleva la nada despreciable cifra de veinticinco años delante suya guiando a  sus privilegiados pies, porque es que no es que sepa mandar muy bien los pasos, es que sabe configurar hermandades y llenarlas de una madurez que pocos pueden presumir de poder alcanzar. Solo basta detenerse en una de sus maravillas, esas que la cubren y se mecen con tal elegancia por Córdoba, que le dan ya no solo en su ciudad sino fuera de la misma una fama reconocida, en este caso por el arte que la rodea. Fue el hoy más conocido diseñador cordobés Rafael de Rueda, el que está devolviendo a Sevilla los esplendores pasados de sus bordados el que tomó del altar de la capilla de la Asunción de Montemayor, obra del autor cordobés Damián de Castro, la inspiración y dibujar uno de los mejores palios que se han bordado en las últimas décadas en Andalucía. Pérez Artés obró el milagro con la bambalina delantera, casi tallándola en hilos de oro mientras por fin se completó los exteriores del resto, en un gran trabajo del astigitano Jesús Rosado que ha conseguido alcanzar el nivel de la bambalina de Pérez Artés.














Una joya, una maravilla que elegantemente se mueve por Córdoba al son de la música que también proviene de Écija, con un exquisito repertorio, donde la mano de Curro tiene mucho peso en la elección, gracias a Dios. Y es que están de enhorabuena por Córdoba, sobre todo los “curristas” porque Candelaria es el símbolo para muchos en el mundo de abajo, porque lo externo, lo estético también ha contribuido a que la Candelaria sea una de las dolorosas más especiales de la ciudad de la Mezquita, porque el arte efímero es algo tan trascendental hoy día, que hace que hasta los pies de María lleguen los apasionados del movimiento hecho arte. Porque ya lo decía curro, un paso, es un retablo que alcanza su mayor cota de belleza cuando los costaleros lo mueven recreando los momentos efímeros de la belleza. En cada calle, esquina, cuesta, carrera oficial, deanes, catedral, salida y recogía es un deleite de belleza porque Ella no es que sea la que mejor se mueve, pero quizás no haya otra que la supere. quizás está feo decirlo, pero Curro es para el Huerto como el Rodríguez Ojeda para la Semana Santa de sevillanas maneras, y todo su gusto, su apuesta artística, musical y sobre todo en el campo de la costalería, ha conformado una de las hermandades más especiales no solo de Córdoba, sino del mundo y eso que en Córdoba, por muy capital que sea, por mucho boato que parece desprender, las cosas siguen costando mucho hacerse, pero ahí está el buen trabajo, si pueden y quieren acérquense por la calle San Fernando, que oler la gloria de la primavera de esa calle con su cofradía es uno de los éxtasis más gratificantes para todo aquel que se sienta un simplemente capillita…

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