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miércoles, 26 de febrero de 2014

ENTREVISTA AL "PENITENTE".

Estamos inmersos en una época cofradiera donde un sector antaño minusvalorado y en ocasiones ignorado está tomando un cariz de tal importancia en la sociedad donde las cofradías tienen bastante peso que parece que está activando todas las alarmas… los costaleros. Es curioso como cada vez el que antaño era un personaje anónimo, como dije casi borrado adrede del paisaje de las cofradías hoy en día toma protagonismo a raudales. Unos dicen que son ellos los que buscan el protagonismo, o quizás sea que la Semana Santa actualmente está alcanzado tales cotas mediáticas en la sociedad que se publicita hasta el que barre la capilla todos los días del año, pues imagínense a los costaleros, culpables junto a la música o incluso sin ella de que el arte estático que envuelve a la devociones del pueblo se alcen en ese fenómeno, tantas veces referido del arte efímero de las cofradías cuando se hace el movimiento de los pasos.
Se debate sobre la condición que los lleva a ser costaleros, devoción o afición. De su pertenencia a las hermandades o no, donde las cofradías quieren imponer unos criterios que en realidad nunca se contemplaron en los siglos -y fijándome solo en el estilo sevillano, el costal- que los hombres llevan portando los pasos. Se debate como deben o no ir vestidos, preocupándose más de cómo es la camiseta, el pantalón o el color del costal que en fijarse si es más conveniente llevar una zapatilla que una alpargata o el costal es el idóneo para el desarrollo del trabajo, porque fíjense como son las cosas, yo creo que realizar un trabajo es hacer algo a cambio de ser remunerado, normalmente económicamente y hoy muy pocos sacan pasos cobrando, pero es que la esencia antigua de la costalería sigue teniendo tal calado, que en el argot se siguen utilizando términos pertenecientes a una época ya pasada, es para que se me entienda, como si a la labor de llevar un cirio, un cirial o una insignia se la llamase trabajo, porque antaño también se pagaba en Sevilla por realizar estas funciones. Hoy día los capataces, contraguías y los más desconocidos, los costaleros salen en entrevistas en los boletines de la hermandad, en las revistas generalistas cofradieras, en la radio y lo que terminar por endiosar cualquier cosa; la televisión. Incluso las cadenas nacionales meten en sus telediarios los resultados del actual Boom, deteniéndose en la cada vez más complicada tarea de entrar a formar parte de una cuadrilla de Sevilla. Hasta los críticos anónimos de foro o periódico plantean los nuevos problemas que están trayendo este gran fenómeno de las cofradías sevillanas, andaluzas y aquellas que más arriba de Despeñaperros o cruzando el estrecho vieron conveniente impregnarse de esta gracia, porque al fin y al cabo, esto tiene que traer cosas buenas, lo que pasa que esta humanidad al final siempre tiende a publicitar los problemas y lo negativo.



Qué pensarían los viejos si levantaran la cabeza, aquel capataz llamado Texedor que en el siglo XVII se dejó constancia que comandó el paso del Nazareno del Silencio hasta los más conocidos del siglo XX y el desbordamiento que llevamos en este XXI. Como hoy la palabra costalero, con hermano o sin él en la denominación, está tantísimo en boca de todos, que mejor que buscar una de las pocas entrevistas filmadas a los antiguos, aquellos que no eran requeridos para la televisión, porque seguramente no habría ni programa cofradieros televisados. Un histórico, al que los amantes de la Semana Santa, más si es la sevillana quizás le debamos dos grandes acciones en su vida, salvar de la destrucción al Cachorro, este republicano que no dudó de encararse el solo en las puertas del Patrocinio ante los asaltantes de templos con el estallido de la Guerra Civil y que se convirtiera en el primer capataz de una cofradía de penitencia que sacó un paso con costaleros no asalariados, el Cristo de la Buena Muerte de los Estudiantes, sembrando la semilla para que el entonces mal visto mundo de abajo comenzase a convertirse en algo, que hoy día a muchos les cuesta asimilar, la significancia que está tomando en Sevilla, donde las igualás congregan a tal cantidad de peones pidiendo sitio que se podrían formar no solo una o dos cuadrillas por paso, sino triplicarlas, y con ello a Andalucía donde algunos casos como estos se están dando, incluso en un mundo donde entran todos los escalafones de la clase social, compartiendo palo un duque junto a uno que se ve negro para comer. Rebuscando en el cajón de los recuerdos y del VHS encontré este gran documento videográfico, donde pueden escuchar al ya hoy tristemente desaparecido capataz Salvador Dorado Vázquez (1912-1991), el siempre conocido como “El Penitente”.


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