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jueves, 13 de febrero de 2014

EL DIOS TRASPASADO DEL ZAIDÍN...

Tenía hoy bastantes ganas de volver a dejarme caer a los pies de la ladera por donde emerge la inmortal Alhambra y no me decidía entre dos hermandades de una Semana Santa que en los últimos tiempos estoy volviendo a redescubrir y que no paran de sorprenderme. Al final, contemplando videos de su paso cristo me he decantado por marcharme al “periférico” barrio del Zaidín, con la que fue su primera cofradía, que como primera clava la cruz de Cristo en estas tierras al igual que hace siglos un tan San Fernando cuando Boabdil le entregó las llevas de la embrujadora ciudad de Granada.
Y nuevamente mis “granainos” más cercanos, mi amigo Alejandro me pega el pellizco para detenerme en la corporación de la modernista parroquia de los Dolores del barrio que se levanta en una antigua zona que los árabes llamaban “Saedin”, donde cuentan las crónicas tenía su residencia veraniega aquella que le dijo a su monarca hijo… “No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre…” mientras entregaban a Cristo las tierras de Granada. La verdad, con violencia o no, gracias a esto, al pasar los siglos la veja ciudad creció y llenó de pisos esta zona para convertirse en unos de los barrios más populares de Andalucía, residencia de mucha parte de la clase obrera de la ciudad y de la que llegó a la ciudad buscando trabajo hace décadas. Por esta circunstancia podríamos decir que el fenómeno cofradiero surgido en Sevilla, de llevar el mundo cofradiero a los nuevos barrios, también se implantó en Granada, motivo este por el que conversábamos días atrás mi amigo y yo, sobre las hermandades que vienen al centro y sus especiales características. Le destaqué una vieja entrada, en algún blog de Granada, no recuerdo cual, donde el administrador, visto desde una perspectiva costaleril, destacaba la poderosa zancada del misterio del Cerro del Águila, poderoso caminar obligado y que se a su vez le ha dado unas de las características más palpables a esta hermandad, quizás la más alejada del centro de Sevilla.
Destacaba este granadino que en su “Graná” no había un misterio que anduviese con ese poder que asusta cuando ves venir un galeón de los grandes de tal manera. Y se puede decir que comparto los porqué que esgrimía este bloguero, que no era otra cosa que hoy en día no hay hermandades tan alejadas como para tener que caminar así, por lo que las mismas frenaban más el avance para poder estar más horas en la calle. Este fue el ejemplo que le ponía a mi amigo cuando le comentaba que barrios como el Albaicín o el Realejo, en Sevilla serían considerados como el centro y en todo caso como el Arenal o San Bernardo, barrios pero que a comparación de las distancias que se calzan hoy como el Cerro, Nervión, Tiro de Línea o Polígono de San Pablo, no están nada lejos por mucha popularidad de barrio que se acarree, si en el Realejo, en un par de calles están las cofradías en Mariana Pineda pidiendo la venia, incluso como le comenté, el pasado Viernes Santo, que por la lluvia y pararme al ver el Santo Sepulcro me encontré que las más lejanas, Favores y Escolapios ya había entrado y están a menos de diez minutos andando de la catedral que es donde yo me encontraba.
La hermandad de la que les hablo, la de la Lanzada, lo cierto es que hasta hace nada no era de las que más hubiese destacado de la ciudad. A mí es que el arte de Barbero Gor y Zúñiga Navarro no es que me levante pasiones, pero eso no quiere decir que el crucificado, Longinos y la Virgen de la Caridad sean malas obras, al revés, entran en una dinámica e interpretación del arte del tiempo en que fueron concebidas, y sobre todo en la figura de Antonio Barbero Gor que plasmó su esencia en el crucificado que llaman el “Señor” o el “Moreno” del Zaidín… sin lugar a dudas esencia de barrio ya se comienza a desprender con esto. Una hermandad que como es la corriente más generalizada en este fenómeno en Andalucía, se funda por cofrades de hermandades históricas residentes entonces en un barrio de casi reciente creación, aunque cuando se funda la primera en 1983, la Lanzada, ya contaba con tres décadas de existencia el Zaidín. Sin duda la fiebre cofradiera sevillanizada de los ochenta llenó el Zaidín de cofradías, como Granada se llenó y tomó el rumbo más decisivo en su historia cofradiera como para hoy dejarme embobado viendo a sus cofradías. En un principio quisieron reflejar un gran misterio, como gustan en los barrios, quizás siguiendo las directrices del sevillano, ya que a Barbero se le pide Longinos a caballo, más la Virgen, San Juan, las marías… pero curiosamente el artista granadino, sobrino del genial Rafael Barbero Medina –el cual trabajó su arte en Sevilla, excelso miniaturista destacado -, les aconsejó que Longinos fuese como lo conocemos, erguido sobre sus piernas, evidentemente sin caballo, tras haber propinado la Lanzada y traspasado al Hijo de Dios según el Zaidín, manchándose el rostro y sorprendido al comprobar como de su costado emanaba sangre y agua, convirtiéndose  ante el que pendía muerto en el madero, quizás la primera conversión de la historia, aunque si querían caballo, al final llegó el caballo, pera más pequeñito y plateado, para el llamador, marcando la simbología de que en cada llamá a los costaleros, sea una llamada a la conversión a la iglesia de Cristo.






Y precisamente los costaleros, en esta ocasión solo me detendré en el paso de cristo, son los que me han hecho redescubrir esta hermandad que no me tiraba antaño tanto de la nómina cofradiera granadina. Antes de ello destacar su paso de cristo, pequeño, es decir no es un barco porque el misterio se limita a la soledad del crucificado ante San Longinos, porque recordar que el centurión es santo según nuestra Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana. Un paso neobarroco, de líneas sencillas y con poca imaginación en sus volúmenes a mi parecer en su diseño, obra de un taller de Priego de Córdoba, el de Cristóbal Cubero que lo ideó con porta-hachones en las esquinas acompañados de unos ángeles, el cual doró también el canasto. Es curiosa la paternidad de este paso, porque hasta en dos ocasiones he hablado con diferentes tallistas que se han adjudicado la mano de obra sobre este conjunto, uno era un joven prieguense que conocí hace unos años en el Salón Cofrade de Córdoba del cual no recuerdo el nombre, y otro fue el hermano del imaginero toxiriano José Miguel Tirao Carpio, en este caso su hermano Francisco, que al parecer es el que talla los pasos en el taller, que me destacó un frontal de canasto que había allí colgado, como el de la Lanzada de Granada, el cual guardaban como de recuerdo… “porque talla como esa no se encarga ya…” decía. Trabajaría en aquella época con Cubero. Aunque a mí la verdad en aquel momento me recordaba a otro canasto muy familiar para mí. Otro de mis queridos “granainos de Bailén”, Juan José Galey, en cierta ocasión le comenté que cuando viese el paso de la Lanzada en la calle que se imaginase el trono de su Nazareno, dorado y a costal porque es indudable que las trazas del trono bailenense beben de este paso de la Lanzada del Zaidín. El mismo se enriqueció hace unos años, suprimiendo los porta-hachones por un juego de cuatro candelabros, de esencia total sevillana labrados por Antonio Ibáñez, siendo dorados al igual que los respiraderos por el taller local de Cecilio Reyes, el mismo que doró el paso de mi hermandad del Prendimiento de Linares.
Sale en la tarde noche del Martes Santo y por la distancia, no excesivamente alejada pero tampoco cercana a la Catedral, el paso del Señor tiene que “comer calle”… hace pocos años me habló de su capataz –desde 2010-, me puso en la pista, mi capataz y buen amigo Rafael Mondéjar, cuando hablamos de grandes capataces no sevillanos, de los revolucionarios de las últimas tendencias en costalería, en este caso en Granada, ahí apareció como no, el nombre del genio que envenenó a la ciudad con la calle más bonita del mundo, con este arte y su correspondiente filosofía, aquel que en los tiempos complicados se iba a Sevilla a sacar pasos con Salvador Dorado “el penitente” y aprender del que fue su eterno maestro, Manolo Santiago, evidentemente me refiero a aquel que tildé como “un torbellino del Relajeo”, capataz de Dios en Granada, don Pepe Carvajal… el que con su aportación ha prendido la chispa más correcta para que hoy en día se modele un mundo costalero en la ciudad, que parándonos nada más que en lo bueno, me parece muy digno de destacar, el ramillete de capataces con el que cuentan, los cuáles arrastran un gran número de costaleros, henchidos de afición y de hacer las cosas bien que hace que cada vez que pongo un video de un paso granadino, eso sí, de los que mayormente van a costal, no pare de sorprenderme.
Así me pasó cuando el segundo de Mondéjar, Jesús Joyanes me comentó que sacó un año el Cristo de la Lanzada del Zaidín y destacó las cualidades y filosofía de su capataz, José Carlos Torres Milena, el que es conocido en el mundillo como “Chiqui”. En uno de los videos que les adjunto, los comentaristas televisivos lo llaman “el capataz de las cuadrillas de frente”, y sin duda que esta frase resume su filosofía en los pasos que saca en la ciudad, porque Granada también se ha impregnado de la “profesionalidad” de los capataces de Sevilla, es decir, en Granada también hay capataces que sacan pasos de una manera casi como los profesionales, aportando experiencia, tranquilidad y seguramente hombres donde la devoción al icono procesionado no es tan desbordante, aunque no sé si éste es el caso, ya que el proviene del seno de la hermandad donde ha desempeñado sus labores en diferentes estamentos de toda la hermandad.







La verdad que observo los videos y disfruto viéndolos, para que vean muchos que a veces nada más que un paso bien llevado o más bien con buenas expectativas te hacer cambiar la perspectiva de una cofradía, porque sin duda me quito el sombrero con esta hermandad, de barrio, “un respeto que vienen los barrios, los repelucos…” en este caso de Granada, parafraseando al maestro pregonero Carlos Herrera, pero que han tenido claro que por mucho populismo que desprendan los barrios, donde en verdad están hoy en día el camino de las nuevas cofradías, un crucificado debería ir como mandan las leyes no escritas, sobrio y sin estridencias, siempre de frente a lo que se une la particularidad de la banda que lo acompaña -antaño tuvo una agrupación musical propia-, las Tres Caídas de Granada, que aunque tome el nombre de su Cristo del Miércoles Santo realeño, invidentemente por su filosofía parecería que nos viene desde la misma Triana, porque por su casi entero discurrir no paran de sonar marchas de las Tres Caídas de Triana, una banda esta granadina que casi calca a su homónima de Triana, incluso montando marchas de la banda que dirige Julio Vera, antes de que su banda las grabase, marca de respeto indispensable en el mundo de las bandas para montar una marcha de otra banda. “Acuérdate de mí, Señor” a la salida, “Al Desprecio de Herodes” en las Angustias, “El Embrujo de Triana” en Mariana Pineda, “Mi Madrugá” en Ganivet, “La Amargura” en Pasiegas,  o “Verde Esperanza” en la recogía son solo ejemplos de lo que podemos escuchar como telón de fondo musical tan trianero tras el Señor del Zaidín.









Este es el Cristo de la Lanzada y la fragancia que desprende por Granada cada Martes Santo, el cual también hace gala del ingenio ante las adversidades, la que nunca se quiso separar de su sede canónica, donde están asentados e integrados al cien por cien con las necesidades de su barrio. Al ser una iglesia moderna, como suelo decir, que pareciesen ideadas adrede para que de ella no salga una cofradía, la corporación comenzó a salir antaño de la Catedral y terminaba su recorrido en el Zaidín hasta que justamente delante de la parroquia de los Dolores comenzaron a montar unas carpas para poder salir y recogerse en su barrio. No es la forma más bella y quizás digna, pero en el arduo trabajo están de construir una casa hermandad, con lo que llamarían en Málaga un “salón de tronos”, en este caso de pasos desde donde poder comenzar y finalizar lo más cómodamente y dignamente posible sus estación de penitencia a la “casa grande del centro” como diría su capataz Chiqui, tal como hace en la ciudad otra de sus grandes hermandades, la de Jesús Despojado. Aquí les dejo una vez más un ejemplo de lo que creo es una labor de buen trabajo, de lucha ante las adversidades, de cómo en cualquier ciudad se puede llevar los pasos hasta donde se quiera y cuáles deben ser la pautas a seguir, e incluso cual es el urbe que inspira todas estas grandes cosas en mayor medida, esa ciudad donde un Giraldillo hace como de imán para atraer hasta si a las cofradías y por ende a sus barrios a la ciudad antigua donde nacen todas las fragancias que embelesan a los capillitas, como pudo ser el Cerro del Águila, donde curiosamente representan un misterio muy similar al del Zaidín de Granada, aunque este último sea más antiguo por unos años… tras Él camina su Madre de la Caridad, la cual tiene bastantes singularidades a destacar, pero eso será si Dios quiere para otra ocasión…

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