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jueves, 20 de febrero de 2014

YO ESTUVE EN EL CARTEL...

Me resultó curioso algo que leí sobre el cartel de la Semana Santa de Sevilla de este año de 2014, un cartel que sin duda pasará a la historia por la polémica suscitada tras darse a conocer antes de la presentación por alguien que al parecer lo fotografió en la imprenta con su teléfono móvil, bueno, más bien con nuestros avanzados aparatos, mini ordenadores, cámara fotográficas o de video de bolsillo, donde además podemos hacer llamadas telefónicas hasta que un día la tecnología se cargue el viejo invento de Antonio Meucci –Graham Bell fue el primero en patentarlo- y quizás todos hablemos a través de internet, como por ejemplo ahora con el whatsapp, método entre otros por el que fue transmitida la dichosa fotografía que se cargó la oficialísima presentación a cargo del Consejo de cofradías. Por cierto mucha polémica sobre el “daño” que están haciendo las nuevas tecnologías a las costumbres más ancestrales, que según en algunos va contra valores netamente establecidos que se quebrantan, pero tal vez lo que tenemos es que intentar ponernos al día e ir adaptándonos a los procederes que se van fraguando en la sociedad y meter a nuestro mundo cofradiero en una “actualización de software” que queramos o no, la vida va a ir demandando… ¿Quién si  hubiese tenido la oportunidad de fotografiarlo, no se lo hubiese pasado a alguien? Lo haría hasta la misma pintora de la obra…
Porque la obra en sí a mi parecer sigue siendo un poquito de lo de siempre, una bella pintura, con muchos detalles pero que nunca llega a plasmar en algo tan reducido un verdadero anuncio, que cuando lo veas sientas esa explosión en tu interior… “¡ya huele a Semana Santa!”. Un solo elemento por bello no puede anunciar toda la grandeza de la Pasión, más si en Sevilla, donde la celebración abarca mucho más allá las fronteras de una mera celebración de ocho días de procesiones y lucimientos cofradieriles. Eso sí, pintura por favor siempre, aunque solo sea para estos, que me perdonen los fotógrafos, pero para mí una fotografía es como un arte menor para tan distinguido cartel, aunque como digo difícilmente se pueda englobar las profundas esencias de la Semana Santa en espacio tan reducido.
En el mismo destaca un acolito que va turiferando el discurrir poderoso del misterio del Cristo de la Caridad en el Traslado al Sepulcro. La verdad, una estampa muy común del caminar del misterio de Santa Marta, cuando su cofradía gusta de envolver del humo bendito a su portentosa obra salida del genio del que últimamente les he venido hablando, don Luis Ortega Bru. A lo mejor esta vena inspiradora con la obra del de San Roque era como una especie de premonición de que su legendario misterio anunciaría la Semana Santa de Sevilla al universo por primera vez desde que rasga con sus zancadas poderosas, las de su cuadrilla de profesionales, las calles de la ciudad donde la fe es una veleta coronando los cielos… me resultó curiosa una de las citas sobre la obra donde se comparó la técnica con la inmortal de Diego de Velázquez, este sevillano barroco que llegó a pintar el aire, mientras que Beatriz Barrientos ha conseguido “plasmar la humareda del incienso de Santa Marta cuando el paso da la vuelta al Duque y el sol de Alfonso XII empieza a jugar con las volutas de humo”…

Es curioso sin saberlo, el pasado Lunes Santo estuve inmerso en el cartel de esta próxima Semana Santa. Fue un momento incierto, de no saber qué hacer, mientras por un lado se me empujaba a buscar al Soberano por Triana, otro pellizco me hacía buscar la salida de Santa Marta. Tanta indecisión provocó que cuando buscábamos San Andrés, por la plaza del Duque ya se había formado una tremenda bulla que dibujaba el callejón por donde pasan las cofradías, pero allí no había cofradía. La salida en apenas tres calles, la larga fila de nazarenos negros y su apresurado caminar dio como resultado de que a Santa Marta la viésemos en lugar quizás tan poco bello como a los pies del Corte Ingles… pero la magia rancia todo lo puede, seguramente solo pueda Sevilla con estas cosas, cuando la gran “explanada” de personas hicieron lo mismo como si fuera la Cuesta del Bacalao… callarse. Es más, en espacio tan abierto incluso sorprende mucho más cuando simple materia llega y hace callar a la multitud, cuando en su paso tan fugaz, apenas dos minutos, nos volvió a hacer a todos iguales. Yo viví el cartel, y tienen razón, ahí les dejo los videos de aquel momento, en que ver venir a Santa Marta entre nubes de incienso bien vale para proclamar a los cuatro vientos que ya “es la hora… y no es la hora”.

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