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sábado, 15 de febrero de 2014

BAILÉN 1991. LA GENERAL

En la noche el Viernes Santo de 1991 se produjeron dos hechos históricos en el devenir de la actual Semana Santa bailenense. La procesión del Santo Entierro comenzaba a decir adiós al formato que en los últimos años tanto gustaba al pueblo bailenense, ese formato donde se recreaba la más magna procesión de la ciudad, con la inclusión de muchos de los pasos que ya habían procesionado en jornadas anteriores acompañando al paso del Santo Entierro. He aquí las imágenes que nos muestran la última gran “General” de Bailén, porque lo cierto es que no se eliminó de un plumazo, pero si se borraron casi la mitad de los pasos que procesionaban. Poco a poco fueron desapareciendo las pequeñas andas como vimos en los ochenta, las ruedas dieron paso a cuadrillas de andaderos o portadores, a lo que habría que añadir el gran desgaste que al final le pudo a la ilusión ochentera de procesionar tantas y tantas veces las mismas cofradías, con sus mismos hermanos y sobre todo con su gente de abajo e incluso con la falta de personal para conducir los pasos de ruedas. Dos videos nos muestran aquella como digo última gran Procesión General, una será la del “video comunitario” por lo corta y resumida de su emisión, seguramente subido al balcón de los Salones “Ideal” en la calle las Huertas, enmarcando las imágenes nuevamente en ese círculo negro y la otra, perteneciente a un video aficionado que desconozco su nombre en la calle Real a su altura con la Papelería Lozano.
Habría por última vez la procesión el paso de la Entrada en Jerusalén “La Mulica”, siendo la última vez que los bailenenses vimos procesionar el paso de Palma Burgos con el que contó unos años esta, la más joven hermandad de Bailén. Tras el mismo, nos llega el ramillete aportado por la Santa Vera Cruz, en aquel año, quizás sin premeditarlo en lugar de la Oración en el Huerto salió sobre el paso de ésta la imagen más devocional de la cofradía, el Cristo de Medinaceli. Seguidamente nos llega otros dos pasos eliminados de la procesión tras 1991, el Amarrao sobre los hombros en su segundo año de la cuadrilla femenina sobre las pequeñas andas que hoy siguen prestando sus servicios en Mengíbar. Seguidamente el paso de ruedas con Ntro. Padre Jesús Nazareno “El Nuevo” que con esta salida se despediría de la Semana Santa en unos años, saliendo tan solo en el Saludo hasta que fue nuevamente restaurado y comenzara a alternarse en la Madrugá cada año con la imagen del “viejo”.

Vuelve a la carga la Santa Vera Cruz con el conjunto procesional que más nos gustaba en la familia, lo cierto es que despierta en mí una gran nostalgia de aquellos tiempos, de la ilusión con que vivíamos aquella Semana Santa cuando sobre el trono de Díaz Roncero nos llegaba “el enclavao”, lo que es lo mismo, el Santísimo Cristo de la Expiración, sobre su “rampa” de clavel aunque en aquel año se hizo alarde de montar dibujitos sobre el clavel rojo con flor morada, algo que en algunos pasos se repetiría en sucesivos años, escoltado por sus cuatro cirios con esas cruces negras que seguramente eran de cinta aislante, portado por su cuadrilla que sin duda hacia alardes de su buen hacer comandados por el recordado Bernabé Limón. Si nos marchamos al video en la calle Real los vemos desplegando su nueva cualidad que era la de portar el paso de rodillas, en aquella ocasión sí por necesidad para poder traspasar un cable eléctrico demasiado bajo, este crucificado no llevaba ningún sistema mecánico para salvar estos obstáculos, por ello siempre los pies del crucificado fueron tan hundidos en el monte, algo que al parecer se solucionará con las nuevas remodelaciones para el próximo Viernes Santo, con un sistema mecánico en el nuevo paso y una nueva cruz más amplia que la que vemos en la imagen, la primitiva desde que se trajo la imagen a Bailén sobre 1941 o 1942 gracias a la donación de la familia Martínez y Ramón, gran benefactora de Bailén y sus cofradías en aquellos tiempos.
Le sigue por segundo año y como último el crucificado muerto de la localidad, el Cristo del Buen Morir de la hermandad de los Dolores, el que apenas había descansado de la tarde para volver a recorrer las calles de Bailén como el paso que le sigue, el de la Piedad de la hermandad de la “Mulica”.
Un hecho destacable del aquel día, fue que tras los mismos debería haber participado esa especie de calvario con la cruz desnuda, es decir sin Cristo que varios años montó la hermandad, en verdad solo había que cambiar de trono al Cristo de la Expiración y colocar en su lugar la legendaria Santa Vera Cruz que talló para la hermandad desinteresadamente y por rescatarla de las cenizas, Juan Francisco García “El tomatero”, la verdadera  “chaparra”, apelativo con el que se conocía a la imagen de la Magdalena que luce a sus pies porque se pensaba que la imagen, obra del mismo autor, la realizó en madera de encina o “chaparro”, cuando en realidad fue para la cruz con la que utilizó esta clase de madera. Aquel día, sobre aquel paso, la antigua Virgen de los Siete Cuchillos hubiese tenido su definitivo adiós de la Semana Santa bailenense ostentando el rango de Madre de Dios ante el estreno de la nueva imagen de Juan Herrera Cala que se estrenaría al siguiente año, volviendo a su primigenia función de Verónica. Pero su adiós fue en la anterior procesión… entonces para la realización de estas procesiones, la Santa Vera Cruz aunque salía de su ermita cada jornada, no lo hacía con el requerimiento que se supone para toda procesión en sus primeros tramos. Lo que en realidad hacia es trasladar sus pasos, a veces sin ningún cortejo hasta la iglesia de la Encarnación como punto más o menos estratégico donde comenzar a formar la larga procesión con el resto de cofradías, lo que algunos más jóvenes solemos llamar con un poquito de sorna “el trenecito”… cosas del viejo modelo. Yo mismo en muchas ocasiones la esperaba en la puerta del Banco Banesto donde esta vez sí se formaba el más correcto cortejo, claro está, dentro de los cánones procesionistas bailenenses, incluso los pasos bajaban en un paso ligero casi militar, lo que hacía entrever que esos tramos no se les daba la importancia que luego si suponía el cortejo oficial, porque en realidad todo el recorrido era como una carrera oficial. En el traslado de aquel año, bajando por la calle de La Cruz, en la intercesión con la calle Agüera, quizás al subir las ruedas el escalón de esta calle peatonal hizo que la imagen se fracturase por la cintura el candelero, cayendo según cuentan los que lo vieron la imagen sobre el paso lo que provocó evidentemente la vuelta del paso a la ermita y su no participación programada en la procesión general. Así fue su adiós de esta imagen que tanto me despierta el enigma de quien pudo convertir una imagen en serie en dolorosa y además de candelero, aunque me insistan que fueron los mismos hermanos, sigo pensando que fue una transformación no apta para cualquier mano aficionada, más si tenemos en cuentan los más que aceptables tonos de la policromía que incluso me llevan a pensar en la mano de un reconocido artista de la escuela sevillana de postguerra, por improntas artísticas, pero que quizás pudo realizar en otro lugar donde residió, Madrid… pero como son solos esbozos de ideas, aunque con algunas nuevas pistas conocidas, seguiremos callando… hubo quien dijo que la nueva dolorosa se trajo por este accidente, pero lo cierto es que rápidamente se arregló y volvió al culto en el Santo Cristo, la actual dolorosa que llegó por casualidad, gracias a una donación que la junta presidida por Antonio Saavedra aceptó sin más, y para aprovechar la imagen se la volvió a representar como la Verónica, algo que veremos el próximo años si Dios quiere…
A continuación nos llega el paso protagonista de la procesión oficial de Bailén, el Santo Entierro durmiendo el sueño eterno en la antigua urna, seguido nuevamente por San Juan, en su filial presencia siempre acompañando por las calles de la pasión a la Madre de Dios, nuevamente la Virgen de los Dolores donde es evidente destacar la espera en la confluencia de Isabel la Católica con García Lorca del Cristo de la Expiración al resto de pasos con lo que se despedía con sus entonces típicas reverencias tan del gusto del pueblo, aunque con ello se le restara quizás un poco de sobriedad al día litúrgico que se vivía. Aquí acababa la procesión general, tras ello, la Expiración volvería al recurso de la ida, tomando la banda un toque de paso ligero que seguían los anderos de vuelta al Santo Cristo, a un par de calles de allí, ese era nuestro fin a una intensa Semana Santa, y la verdad que aunque sea como soy, en lo que me he convertido, en cuál es mi filosofía del mundo cofradiero y hasta donde tiene que mirar, no puedo evitar la sonrisa al recordar ver subir de esa manera, con la inocencia e ilusión de un niño, con ese toque legionario, la calle de La Cruz o los brutos gritos de guerra que se forjaron en aquella primitiva cuadrilla de la que tanto nos sentíamos orgullosos cuando se plantaba hasta un nuevo año las “patas” de nuestro “galeón” de caoba y plata en el suelo sagrado de la casa de los hermanos cruceros de Bailén…

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