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viernes, 11 de enero de 2013

EL HOMBRE QUE HABLÓ CON PASIÓN...


Aquí se muestra lo que la historia nos ha contado pero no lo que seguramente ocurrió en realidad… este lienzo es la obra más famosa, de un pintor según leo de la crítica; discreto, Joaquín Turina y Areal, del cual se dice que lo más grandioso que hizo junto a este lienzo fue ser el padre de uno de los más grandes músicos que ha dado este país, evidentemente me refiero a Joaquín Turina Pérez, el de “Margot” para se me sitúen los que son como yo no son muy doctos en la universalidad de la música. Y como digo, su padre, supongo que al igual que su hijo seria hermano de Pasión – al que le dedicó la única marcha de su carrera-, y si no lo era, seguro que alguno me lo confirmará, le dio por recrear dentro del movimiento Costumbrista en el que se movió lo que pudo ser la salida del otro gran Nazareno de Sevilla, en lo artístico y en lo devocional, Ntro. Padre Jesús de la Pasión, hoy residente y asentado en la iglesia del Salvador.
Pero Turina Areal quiso recrear las primeras estaciones de penitencia de esta sublime imagen y recreó, un quizás magnifico escenario donde figuraban los personajes, costumbres y maneras de hacer de las cofradías en los tiempos en que tuvo que realizarse la portentosa talla del  Nazareno. Una puerta ojival de lo que sería el convento Casa Grande de la Orden de la Merced –otros apuntan a San Miguel-donde se fundó la hermandad y donde presumiblemente llegaría la talla del Señor,  acompañada de monjes, supongo que mercedarios, el clero y los monaguillos, el público obviamente revestido a las modas del siglo XVII y lo que entonces sería muy común, los hermanos flagelantes, nazarenos con túnica blanca que se flagelaban las espaldas desnudas durante todo el recorrido para su particular penitencia hasta que fueron suprimidos por el Rey, aunque hoy en el mundo sigan quedando reductos de aquella practica penitencial y “gore” como se definiría hoy día.
Pero es destacable la presencia de un hombre mayor sentando en primer término, contemplativo y extasiado viendo salir el paso, entonces andas, antes de que llegaran los pasos más grandes transportados en el interior por los “gallegos” o costaleros. Aunque como Turina imaginó, aquellas andas ya serian de unas dimensiones mayores para poder albergar, lo que los siglos nos han venido contando, el conjunto que ideó precisamente el señor sentado de pelo plateado, el cual representa a la inmortal figura de Juan Martínez Montañés, el que solo la tradición y la investigación científica nos lo ha reconocido como el autor o posible de la portentosa imagen que cada año es una de las grandes protagonistas de enero, abriendo el antepenúltimo tramo hasta “la gloria” con su besamanos y la novena y que si Él lo ve conveniente nos dará un anticipo de su bendita presencia por las calles de Sevilla dentro de apenas un mes en el Vía Crucis de la Fe, donde por cierto recreará una estampa del pasado, luciendo sobre su paso una de sus magníficas túnicas bordadas, que tal como dicen los eruditos, para lucirlas fueron concebidas estas imágenes en el momento y pensamiento de su creación, aunque las modas las han humanizado y “humildadizado” con las túnicas lisas. Algunos pensaran: “experimentos para una cita extraordinaria”, seguramente pero lo que ha tenido claro la hermandad, con cabildos pasados incluidos, es en seguir procesionando, a mi gusto sin acierto, al Señor sin su complemento esencial –y eso que representará la 8ª estación-,  el Cirineo.
Aquel señor sentado del lienzo, dicen los expertos lo ideó para ser ayudado por Simón de Cirene, si es que lo hizo Montañés, porque según las leyes mientras no exista un contrato de ejecución, la imagen se debe considerar anónima ¿si hoy no se realizara una imagen con contrato, seria también anónima? … aunque algunos historiadores se sigan sirviendo de otros recursos para afirmar estas paternidades, como testamentos, más recientemente notas de prensa o incluso como ocurre en este caso, el testimonio escrito contemporáneo a Montañés  del mercedario fray Juan Guerrero afirmando que el Nazareno de Pasión "...es obra de aquel insigne maestro Juan Martínez Montañés, asombro de los siglos presentes y admiración de los por venir...", un fraile que ingresó en la orden en 1615, vamos en pleno apogeo del imaginero de Alcalá la Real, lo cual dejaría mucho a la duda de que el mismo se guiara por una fama popular para adjudicar esta imagen a alguien que no la hubiese realizado. Por ello se apunta las fechas de 1610 a 1618 –está documentado que la imagen ya recibía culto en 1619- como el intervalo de tiempo en que tuvo que realizarse la imagen, un contrato que pudo surgir gracias a la intercesión de fray Juan de Salcedo y Sandoval, a la sazón cuñado del escultor, quien pudo servir de intermediario entre éste y la corporación.
Por ello los siglos nos han legado su nombre como el de su autor sin ningún género de dudas, incluso transmitiéndonos la leyenda en que Montañés contemplaba el procesionar de la imagen por diversos puntos de su itinerario extasiado –lo que refleja el lienzo de Turina-, preguntándose como sus manos podían haber creado tal portento de obra, tanto en lo artístico como en la poderosa unción sagrada que desprende, que incluso se decía que le hablaba a la imagen ya que según el maestro, el Señor tomaba vida y le contestaba –y eso que fue perseguido por la Inquisición por su posible pertenencia a los “Illuminati”-, convirtiéndose para la posteridad  “en el hombre que hablaba con Dios…”
Por portentos así, hoy día se le sigue llamando “el dios de la madera”, el cual gozaría de una indudable fama durante los siguientes siglos, por lo cual cualquier obra de gran mérito en la ciudad –y fuera de ella-, sobre todo las procesionales, no serían atribuidas a su mano, sino que sin duda serian adjudicadas sin ninguna vacilación al quehacer de su genialidad, que cuando la vida comenzó a sacar de los papeles amarillentos de los archivos a los demás genios que nos legaron sus genialidades, incluso la sociedad sevillana y los cofrades se lo tomaron a mal e incluso como si de ello se tratara, como una ofensa al gran Montañés, el cual al parecer fue más solicitado para labores retablísticas que para imaginería procesional. Muchos monumentos a su memoria incluso quedaron algo “ridículos” cuando saltó a la fama el nombre de su gran discípulo, Juan de Mesa, del que dicen pudo influir en la hechura del Señor de Pasión al inspirar a su maestro sus nuevas ideas ya que la imagen de Pasión nos muestra en su rostro líneas muy clásicas, con una enorme fuerza expresiva alejada de la concepción idealizada del Cristo de los Cálices de la Catedral (1606)y transformada en una imagen capaz de transmitir el sufrimiento humano, agudizando el claroscuro y aumentando su dramatismo como obra que era para ser vista en la calle, y no de oratorio. A lo que habría que añadir la portentosa policromía que imprimían los “policromadores de imaginería”, que a su vez eran los pintores que en muchos casos nos legaron las inigualables genialidades barrocas sobre lienzo de la escuela sevillana. Está documentado que Francisco Pacheco del Rio trabajaba con Montañés –con el cual pleiteó por policromar el imaginero alguna de sus obras-, lo que los expertos casi no dudan de que fue él quien policromó al Señor de Pasión, incluso sin descartar la participación en la misma de su más inmortal discípulo, Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, el cual nos legó como fue el rostro del maestro con sus inmortales pinceladas.




Como dije, muchos monumentos al más ilustre imaginero “sevillano” –recordemos que era jiennense de nacimiento- donde el maestro posaba con su hasta entones más elogiada obra, el Gran Poder de su discípulo Mesa, quedaron un poco “ridículos” y por ello, la efigie del maestro que se encuentra a los pies del Salvador –supongo por estar en su interior su obra procesional quizás hoy más incuestionable- fue representada con su documentada Inmaculada conocida como “La Cieguecita”, no vaya a ser que Pasión resultase algún día, salido de otra gubia que no fuera la de Montañés.
Curiosamente quedó para la historia este curioso poema escrito por  José García Rufino con el seudónimo de “DON CECILIO DE TRIANA” el 12 de diciembre de 1930 - a raíz de descubrirse que Juan de Mesa fue el autor del Cristo del Amor- en las páginas del periódico “El Noticiero Sevillano” el siguiente poema bajo el título de: 

“INCERTIDUMBRE ARTÍSTICA: ¿QUIEN HIZO AL CACHORRO?” 

"Como ahora investigadores 
nos han salido a granel 
hay un señor que probando 
su erudición y saber 
y revolviendo papeles 
viejos, averigua que 
las más famosas imágenes 
no han sido hechas por quien 
se decía, sino por un 
tío suyo o primo tal vez. 
Primero le tocó el turno 
al Señor del Gran Poder 
que se dijo no era obra 
de Martínez Montañés; 
luego, el Cristo del Amor 
dicen no es suyo también, 
y ahora salen con que el Cristo 
que está en Santa Isabel, 
tampoco lo hizo Martínez, 
y a este paso saldrá que 
el escultor que creíamos 
de más fama y de más prez, 
lo que hacía no eran imágenes 
pues se ocupaba de hacer 
en la Alcaicería muñecos 
para el Portal de Belén. 
Ahora es a Juan de Mesa 
al que se le quiere hacer 
autor de esas maravillas 
¡Y al pobre Martínez, que 
lo parta un rayo y no quede 
nada de la fama de él. 
Los cofrades, escamados 
están, y de alguno sé 
que a la imagen del Señor 
dice: ¡Padre mío, a ver 
si sabemos de quien eres! 
Dínoslo, por un divé. 
Y en el Salvador, en tanto 
y más negro que la pez 
en su pedestal subido 
para el que quiera algo de él, 
tienen ustedes con cara 
de vinagre a Montañés, 
que ni el Cristo del Amor 
hizo, ni al Gran Poder, 
ni el de Pasión, ni el del 
convento de Santa Isabel, 
según los papeles viejos 
se ha logrado, al fin, saber."



Seguramente, en su figura de bronce, modelada por Agustín Sánchez Cid en 1924, seguirá extasiándose–porque para mí si es de Montañés, vasta contemplar una de sus “firmas”; la “babilla” de carne bajo los dedos de los pies que comparte con el San Juan Bautista que se encuentra en una de las salas del Metropolitan Museum de Nueva York- cada Jueves Santo, eso sí cuando Él lo quiere, bajar la “rampla” del Salvador sobre las no menos geniales andas de plata de Cayetano González y a su vez se percatará del que el paso le viene quizás un poco largo, ya que su obra se ve huérfana de cómo él quiso que caminara por Sevilla, ayudado por un Cirineo, y seguramente allí en el cielo le dirá a Sebastian Santos… “con lo bien que me lo terminaste…” aunque el Señor de Pasión tiene un defecto… y lo destacó el Arzobispo de Sevilla, D. Antonio Despuig y Dameto, quien tras rezar largamente ante su figura hizo el siguiente comentario: “le noto un defecto” ante la sorpresa de quienes lo acompañaban… “le falta respirar”…

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