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lunes, 28 de enero de 2013

LA HINIESTA DE ¿MESA? (y IV)



Primeramente me detendré en la Virgen de los ojos verdes del Jueves Santo sevillano, Ntra. Sra. del Valle, un efecto por otra parte de sus pupilas que no se lo insufló su hipotético autor, en este caso Juan de Mesa si alguna vez se concretara su atribución. Haciendo historia, pues aportar que igualmente los primeros estudiosos del arte y de las cofradías adjudicaron su hechura a Juan Martínez Montañés hasta que esta rama universitaria se perfeccionó para llegar hasta la conclusión de que más bien pudo ser su discípulo, el protagonista de esta serie de entradas, Juan de Mesa y Velasco.  Así lo constatan firmas autorizadas como los profesores Hernández Díaz y de la Banda y Vargas, así como los historiadores Bernales Ballesteros y García de la Concha, catalogando el origen de su talla entre sus años más documentados, 1618 y 1627. Me resulta curioso que tal atribución, dentro de mi más grande ignorancia se haga comparando el busto de la dolorosa sevillana con la de las Angustias de Córdoba. Ciertamente no sé en qué momento o de qué forma se la emparentó con la documentada obra Mesina cordobesa, tal como está hoy… quizás el cuello… pero a mi modo de ver pocas concordancias poderosas le puedo encontrar, mucho menos con el Socorro antes de 1930 y mucho menos con la siempre llamada “Hiniesta de Montañés”. Hay que tener en cuenta nuevamente las profundas restauraciones de antaño. 
Comparativa tras la restauración de las Angustias de Córdoba.

Aspecto actual del busto de la Virgen del Valle.
Al Valle le ocurrió algo similar que a Montserrat, un incendio fortuito en 1909 hizo que su rostro tuviese que ser restaurado, y ciertamente con profundidad si la comparamos con esta fotografía antigua, anterior  aquel incendio. La imagen fue a mi entender intensamente remodelada a como se presentaba anterior al incendio, por Joaquín Bilbao, José Ordoñez talló las manos actuales y Gonzalo Bilbao la policromó de nuevo. Así que si tuviésemos que utilizar nuevamente una comparativa con sus manos, nos encontramos que no son las originales, por ende poco tienen que ver, y a la simple vista está, con la esencia de las cuatro manos de diferentes imágenes que he comparado. Buscando e indagando me encuentro esto en el boletín de la hermandad firmado por el “crítico de arte”, sino me equivoco, Manuel Lozano Hernández:
“Una vez terminada tan feliz y milagrosa restauración, a Ordóñez le encargan las manos. Aquí hay misterio. En mi calidad de Crítico de Arte, opino que estas manos por sus características artísticas, estilo, modelado, son más antiguas. ¿Cuándo llegaron a la Imagen? ¿De quiénes son unas manos de la Virgen, que tiene una hermana en su propiedad? ¿Qué fueron de aquellas, que decía Vicente del Río que en la capilla de San Andrés, estaban en una vitrina? ¿Las manos de Juan de Mesa, que dicen le robaron los franceses, cuando la Guerra de la Independencia, en su traslado del Valle a los Menores, salieron de Sevilla...? Misterio.”
Anterior  a 1909

Aspecto tras la intervención de Bilbao y Ordoñez.

Es decir que nos induce una vez más a las historias “oscuras” que en muchas ocasiones rodean a las antiquísimas obras de arte, más si son de cofradías. Pero haciendo caso a esta afirmación, pues seguramente habría que desechar la opción de la Virgen del Valle para poder emparentarla con Mesa – aunque no vengo a desmentir esta atribución- y más aun con  la Hiniesta destruida, porque si sus manos primitivas desaparecieron en nuestra Guerra de Independencia, obviamente no puede existir instantánea que nos pudieran inducir a una comparativa de la imagen ya que aún no existía la fotografía. Pero no pasaré por alto la observación de esta fotografía, la disposición de la manos nos hace prácticamente descartar poder analizarlas con un mínimo de profundidad, no sé si en realidad esas pudieron ser las manos originales o unas nuevas posteriores a las originales, pero lo poco que podemos ver de las mismas me hacen pensar que no tienen que ser muy diferentes a todas nuestras manos protagonistas, y este tipo de manos fue y es ampliamente el más imitado, pero como digo, en este caso lo dejaré ahí. Pero observando el rostro de la dolorosa, lo primero es lamentarme de aquel triste incendio que borró tan sublime semblante de la Virgen y el segundo es que entonces creo que si se le intuía a la imagen unos matices a mi modo de ver muchísimos más mesinos o dejémoslo, en similitudes más patentes con todas las obras expuestas, aunque muy desdibujados, paradójicamente con acierto y desacierto por los hermanos Bilbao, donde se puede intuir quizás muchas de las características enumeradas en esta serie de entradas, no sé ustedes, pero sigo encontrando esa impronta con la Virgen de la Hiniesta –espero que a estas alturas ya sepan a cual me refiero siempre-, incluso creo que no tuvo que diferenciarse en mucho con la Virgen de Socorro, con las mirada más baja en común, aunque tampoco podemos saber si esa imagen fue retocada en alguna época anterior, ya que por ejemplo las cejas aunque con similar dibujo, se presentan algo más anchas y los labios algo más carnosos y sensuales, aunque en esto podría entrar también el policromador. Por eso decía al principio, que en qué se basaría los historiadores que la atribuyeron a Mesa comparándola con las Angustias, porque creo que con esta apariencia resultaría más complicado emparentarla con la imagen cordobesa y si las comparativas no pudieron ser con otras imágenes documentadas o ya en aquel tiempo atribuidas al recién descubierto Juan de Mesa. Terminando, creo que no es descabellado pensar que la Virgen del Valle la pudo tallar Juan de Mesa, pero contando con su anterior apariencia, pero al no contar con sus manos originales ni fotografía de las mismas, mejor dejarlo donde está. Creo que era licito aportar a esta historia, la misma de estas imágenes atribuidas por los expertos a Juan de Mesa.


Y ahora cruzaremos el rio, sin salir del Jueves Santo y nos detendremos en la capillita de las Cigarreras donde nuevamente nos encontraremos con su bellísima dolorosa rodeada de similares circunstancias… ¿impresionante imagen?= Martínez Montañés, atribuciones e incluso documentaciones posteriores a Juan de Mesa y restauraciones o remodelaciones.
Como vengo diciendo, yo busco y algo encuentro; y ahora intentaré explicárselo lo mejor que pueda, si es que hasta yo mismo entiendo la interesantísima y enrevesada historia y análisis artístico que el historiador José Manuel López Bernal escribió sobre la bellísima y simpar dolorosa, Ntra. Sra. de la Victoria en el Boletín de las Cofradías de Sevilla. Una de las dolorosas más admiradas de la ciudad que igualmente viene siendo atribuida a Juan de Mesa, si no es que él mismo la talló, y para ello también existiría un apoyo documental en contratos notariales, y precisamente de un contrato del que ya les he hablado que no deja nada absolutamente nada claro.



Y es que, intentando resumir una extensa historia, López Bernal viene a documentar o más bien, por los menos hacernos pensar que quizás el contrato del Amor no se refiriese ni siquiera a la imagen del crucificado. Esto es debido a que el mismo no lo realizó ninguna hermandad o cofradía sino, cinco personas a título personal los cuales según diversas investigaciones pertenecieron en las primeras décadas del XVII a las juntas de gobierno de la hoy hermandad de las Cigarreras, el Amor y la entonces hermandad de la Entrada en Jerusalén que en el mismo año del contrato se fusionó con la hoy hermandad establecida en la Colegiata del Salvador, dando como resultado lo que conocemos. A lo que habría que añadir lo que aportó la primitiva hermandad de la “Borriquita”en la fusión, lo que llegó a conformar una hermandad con un crucificado, un Cristo de la Entrada en Jerusalén y dos dolorosas más. Tras esta fusión se hace el encargo a Mesa, lo que hace suponer de que el encargo no lo hicieran aquellos hombres para su hermandad del Amor, sino para su hermandad de Azotes y Columnas, vulgo de las Cigarreras actualmente, la cual se piensa que carecía de la misma desde la fundación y donde ya consta en el título de la hermandad a partir de 1628, lo que hace suponer que se tuvo que realizar pocos años antes y no antes de 1611 –ya que no aparece en el título de la hermandad en una revisión de Reglas en dicho año-, algo que incluso medio se ha confirmado con una novedosa en estas lides, prueba del Carbono 14… como recordaran, los años esenciales en el trabajo de Juan de Mesa.
Esto le quitaría bastante peso documental a la adjudicación de la Virgen del Socorro a Mesa –que no artística pienso-, incluso según esta teoría, al Cristo del Amor se le debería seguir considerando como obra anónima, aunque el mismo, e incluso la dolorosa presente grafismos mesinos tan poderosos como para dudar un solo instante de que no las realizase el cordobés, algo que debería documentar cualquier tipo de documento notarial más exacto –o un documento en el interior de la imagen…-. No sabemos si la actual dolorosa es una de las dos resultantes de la fusión y si la pudo realizar Juan de Mesa, incluso donde puede estar, si es que aún existe la que por lógica se tuvo que desechar, que tiene toda la pinta, que fue la que aportó la Entrada en Jerusalén al estar constatado que se utilizaría la imagen que aportaba el Amor, advocada del Socorro. Curiosamente, Hernández Parrales publicó en 1965 la referida escritura –por lo que he podido acceder a ella- , la cual evidentemente tuvo que corregir  y adaptar al castellano actual y sobre todo incidan en lo que subrayo:
"En 13 de mayo de 1618.-Juan de Mesa otorgó escritura de concierto con Juan Francisco Albarado, patrono de la Hermandad de Jesús atado a la columna, alto funcionario de la casa de Contratación y vecino de Sevilla en la collación de San Esteban; con los oficiales Pedro Blanco y Pedro de Santa María, mercader establecido en la calle Francos; con Juan de la Cruz, mayordomo y tirador de oro y con Bernardo de Crialles escribano de su Majestad, diputado mayor y fiscal de dicha Cofradía, obligándose a hacer y acabar la hechura de un Cristo Crucificado de dos varas de largo medido desde el calcañal del pie hasta la punta del cabello, de madera de cedro y la cruz de bornes, "y una hechura de la imagen de Nuestra Señora con sus manos y brazos hasta medio cuerpo de escultura y me obligo a hacer la dha obra por mi persona sin que en ella pueda entrar oficial alguno". (Celestino López Martínez en "Retablos y Escultores")
Por circunstancias como esta, hace poco tiempo dije que un contrato tampoco es la única opción para adjudicar una autoría en concreto, y como ven son contradicciones entre expertos – López Martínez, Hernández Díaz, González Gómez, Roda Peña, Rodríguez Babío…-  los cuales deberían saber más que cualquier aficionado, de la rigurosidad y ética investigadora profesional.  Así nos encontramos con dificultosas atribuciones, a lo que habría que añadir las posibles restauraciones que en mayor o menor medida han podido alterar el aspecto actual de la Virgen de la Victoria, a mí por ejemplo, con todos los respetos la encuentro alejada en muchos aspectos, como en su día aportó Roda Peña, de la impronta más reconocida de Juan de Mesa, aunque no se descarta que sea tallada en épocas coetáneas a las de Mesa por otro anónimo artista. Curiosamente una vez más, en 1803 Juan de Astorga restaura la imagen, y una vez más les indico sin poder constatar a que niveles llegó la intervención, por lo menos se apunta a que la policromó de nuevo… ¿tenían estas imágenes, restauradas por Astorga algo en común que incidiera en sus hermandades para ser retocadas, quizás movidos por las modas?...
Libro de reglas 1790.


En 1859 se restaura de nuevo por Leoncio Baglieto, que al parecer no tocó nada de lo visible en la imagen. En 1893 Emilio Pizarro la interviene y le realiza nuevas manos hasta que en 1913, el escultor Juan L. Guerrero – el que obviamente no puede tener nada que ver con el hipotético autor de Montserrat- le realiza las actuales manos. Quizás en alguna de estas intervenciones se pudiese cambiar muchos aspectos de la imagen, sobre todo en la de Astorga o la de Baglieto, ya que todas las fotografías existentes son posteriores a aquella fecha y donde ya se palpaba la actual y maravillosa apariencia, aunque las fotos no presenten una mayor calidad visual. Particularmente les muestro una prueba que no se podría considerar muy contundente, ya que se trata de un dibujo reflejado en el libro de reglas de 1790 donde creo que se reflejan poderosamente las inconfundibles facciones de la dolorosa, con esos enormes ojos y su personal redondez de la cara, aunque de un dibujo de ese nivel pues seguramente no se pueda sonsacar mucho… quizás la imagen no esté tan alterada y de las manos pues tampoco se puede aportar mucho… o quizás si…
Buscando, nuevamente encuentro esta fotografía en los boletines de la hermandad, fechada en 1891, considerada la más antigua conocida y donde se supone que aún tiene las manos originales –se cambian dos años después-. Si son o no son las originales, no lo puedo documentar, pero obsérvenlas, que ya tienen su comparación con una de la Hiniesta en casi idénticas posiciones –montaje que abre la entrada-, se puede intuir que volvemos a encontrarnos unas manos, quizás de las primeras décadas del siglo XVII –según el Carbono 14 el busto puede pertenecer a ese periodo- con similares connotaciones iconográficas que las de Montserrat, Encarnación de los Terceros, Socorro y creo que evidentemente con las de la Virgen de la Hiniesta, que todos sobre-apellidan de “Montañés” y donde quizás su más inmortal discípulo, el que realizó nada más y nada menos que al “Dios de la ciudad”, Juan de Mesa y Velasco pudo tener mucho que decir.

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