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sábado, 26 de enero de 2013

TOMAD MI MANO... QUE SOY LA ESPERANZA.


El otro día el amigo egabrense Mateo Olaya, en su magnífico blog, bitácora indispensable para el buen amante de la música, de la de altos quilates, sobre todo para banda de música, o para palio como al final se ha extendido en las últimas décadas, casi siglo ya,  en la Semana Santa sevillana y casi toda aquella que bebe de su esencia para plasmarla por sus calles de nuestra Andalucía, y más allá…
Y me pegaba el pellizco, gracias a Dios hoy a explosionado en mí el sentimiento que llevo un año esperando, esa intuición de que pronto estarán aquí los días grandes, al final ha emergido como le prometí a mi amigo Óscar o a mis capataces que me preguntaban que me pasaba. Pero esta esencia que me hace respirar cada día, podría con todo y ya parecía que los sentidos estarían a flor de piel como si fuera el mejor domingo del año para un capillita, esperando la primera cruz de guía, el primer nazareno, el primer aroma de la pasión, ya sea incienso u azahar, la expectación ante los primeros ciriales, el primer paso de Cristo y como no, solo le pido a la Virgen que quiero verla ya pasearse con garbo por la ciudad que me embriaga para estas cosas… Sevilla.
Cuando menos me lo espere una bambalina luchara con el varal, y el varal con la cuadrilla y las notas sublimes para María contribuirán a parar el tiempo allá por donde pase un palio, por donde pase María… y el amigo Mateo me pegó el “pellizco”, con una marcha de otra dimensión, de otro mundo. Dicen los más cualificados en música, y si es cofradiera más aun, que quizás sea la obra musical para la forma marcha más completa y genial de todos los tiempos. Que seguramente ya no se vuelva a escribir nada igual y eso que el que la compuso escribió otra marcha que… “Amarguras”… casi ná, vamos.




En 1918, un nombre esencial en la historia de la Semana Santa, Manuel Font de Anta escribía una marcha llamada “Soleá, dame la mano”. Su nombre me hace recordar con gracia cuanto sobrado de soberbia campea por el mundo y que pocos enarbolan la bandera de la humildad, en el mundo cofradiero no iba a ser menos. Por ello siempre recuerdo cuando viene el listillo de turno, el que lo sabe todo y nunca se equivoca y la pifia con la dedicatoria de esta marcha, sin pararse a admitir que quizás no maneja el dato y antes de querer sentar catedra intentar soltar una opinión para quedar mejor… “pues a la Soledad de San Lorenzo” suele soltar tan panchos. Aunque una simple lógica podría llevarnos a esta respuesta –como los que adjudican “Estrella Sublime” a la Estrella de Triana-, lo cierto es que una obra de este calibre, considerada como una obra fúnebre, aunque acertadamente, y tal como explica el amigo egabrense: “Contiene la gravedad de una marcha fúnebre, y a su vez la fuerza y la plenitud de una marcha alegre, con tintes militares. Lo mismo nos sumerge en una atmósfera lúgubre, que nos retrata la llegada jubilosa de un cortejo con las notas de la marcha real”.
Una marcha escrita en un intervalo crucial de la historia de la música procesional, cuando la música cogida de la mano con las cofradías se glorificaba. Eran tiempos donde hermandades que hoy son el epicentro de la “alegría” y el júbilo popular más afín en los barrios, seguían la llamada estética decimonónica, donde todo era serio y mustio y la música no iba a ser menos, vamos a Font de Anta no se le conoce nada del tipo de marcha que después creo López Farfán. Por ello muchos, hoy, se siguen sorprendiendo para quien está dedicada la partitura. Sé que la gran mayoría lo sabréis y el que no, quizás se acuerde de una última entrada de similar contesto a esta, donde este simple capillita les habla de una genial marcha que quizás “encaje” poco con la actual idiosincrasia de la hermandad a quien está dedicada… a la Esperanza de Triana, pero que sin duda son las obras más geniales dedicadas a la Señora de la calle Pureza.


La historia es muy simple, aunque no está totalmente probado, ya que no se conoce ningún guion de la marcha original, en una reducción a piano, publicada en 1924, reza la siguiente dedicatoria: "A los desgraciados presos de la cárcel de Sevilla que, al cantarle saetas a la Virgen en Semana Santa, me hicieron concebir esta obra". Y es que al parecer Font de Anta se inspiró para componerla en la mañana del Viernes Santo mientras contemplaba, como la reina de Triana por entonces volvía a su barrio por el Arenal donde se encontraba la cárcel del Pópulo y los presos le entonaban ruegos a la Madre de Dios, cuando una saeta emergió de la garganta de uno de ellos socorriendo su ayuda con una saeta que decía así:

“Soleá, dame la mano
a la reja de la carse
que tengo muchos hermanos
huérfanos de pare y mare”. 

Esto le aria escribir esta maravilla que aún sigue sorprendiendo a propios y extraños, como “hasta al mismísimo Stravinsky, en aquella conocida visita a la Semana Santa sevillana, cuando tras presenciar la interpretación a cargo de la banda municipal, dijo aquello de: <<estoy escuchando lo que veo, y estoy viendo lo que escucho>>. Es decir, una obra con la que podemos recorrer esos momentos mágicos de ver un palio llegar, pasar e irse ante nuestros ojos; donde música e imagen se funden”, como una vez más nos documenta el amigo mateo Olaya. Quizás el desconocimiento del preso de la advocación de la Virgen lo hizo llamarla “Soleá” es decir Soledad, ya que es seguramente la advocación más ancestral del devocionario español para María dolorosa, cuando tal vez el preso no era ni sevillano…


Hoy día, la algarabía de la trianera siempre suele ceder a su estilo, cuando de vuelta por casi la misma zona camina y se transforma en un palio serio en memoria de aquel emocionante momento donde un pobre presidiario inspiró una de las marchas que más te hacen sentir la gloria del cielo. Aunque ciertamente esta marcha también es conocida en Sevilla por el amor y admiración que sentía por ella uno de los personajes esenciales en la Semana Santa sevillana de casi el último siglo, José “Pepín” Tristán, anterior director de la grandiosa banda del Maestro Tejera, el cual nunca titubeó en afirmar su pasión por esta marcha. Apenas se retiró de su inmortal banda y fue llamado a su presencia por esa mujer bendita de Nazaret que tanto y tan bien acompañó durante su vida al compás de eso que estoy desenado saborear… un palio. Por ello, que mejor homenaje de su banda, cuando en 2008 todos los pasos de palio a los que acompaña su banda, dirigida hoy igualmente de bien, con ese gusto exquisito por su hijo, entraron en Campana al compás de ésta genial, universal e inconfundible marcha… por ello les dejo todos los video de aquella circunstancia.

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