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jueves, 31 de enero de 2013

DIOS Y MARÍA CAMINAN POR BAILÉN...


En mis últimas Semanas Santas en Sevilla y sobre todo la pasada, quizás debido a un mayor aprendizaje para andar por la ciudad y sobre todo entre sus cofradías, he pisado y caminado en muchas ocasiones por una calle que indudablemente me levantaba el pellizco. Una extensa vía pero estrechita, un poquito serpenteante, céntrica, que une dos rincones esenciales de la ciudad, la plaza de San Pablo o la Magdalena como la llama todo el mundo y la plaza del Museo… pero el año pasado la utilicé casi todos los días cuando la jornada acababa y buscamos el coche, aparcado en la Cartuja y buscar nuestro descanso en Camas. Por ella “entrabamos y salíamos” de Sevilla, accediendo por la calle Pedro del Toro, cruzar un pequeño tramo envuelto de encanto y aroma a azahar hasta que el programa de mano, cuando lo requiriese nos invitara nuevamente a requerir de los servicios de la calle Bailén… “¿dónde está la calle Linares?” le preguntaba con guasa a mi amigo Cristóbal. “A nosotros no nos hace falta calle para que nos conozcan” me decía con más picardía mi buen amigo, “encima por aquí pasa el Señor de Sevilla…” le remataba este que suscribe…
Lo curioso es que mi amigo linarense no tenía mucha razón, o casi porque ni los mismos bailenenses nos creemos las grandezas de nuestro pasado y cómo podríamos aprovecharlo. Debido a la victoria española en nuestra Guerra de Independencia, sobre el ejército napoleónico el 19 de julio de 1808 en las cercanías y territorio bailenense, esta ciudad comenzaría a ocupar un lugar destacado en la historia de España, y por qué no decirlo, de la humanidad. Uno de los ejércitos más temidos e invencibles era derrotado cerca de un humilde pueblecito de campesinos y casitas encaladas de Andalucía. Ello trajo una serie de reconocimientos como el que llegó de la mano de la Juntas Suprema Central al otorgarle el Título de "Muy Noble y Leal" en 1809, siendo confirmado por Fernando VII en 1813.
Otro, del que hoy en día nos solemos sentir orgullosos es el de encontrar en multitud de ciudades, en las principales todas, una calle con el nombre de nuestro pueblo. Incluso en Madrid se podría considerar como la calle más importante de la capital de España, donde está el Palacio Real y la Catedral de la Almudena. Fue en 1850 al serle concedido a Bailén el rango de Ciudad, obligándose a todas aquellas ciudades de más de diez mil habitantes a dedicar en su nomenclátor, el nombre de Bailén a una de sus tres calles más principales, honor otorgado por la reina Isabel II en una época en la que se realiza una revisión histórica de la Guerra de la Independencia por analistas franceses y españoles esencialmente.
No sé si la actual calle Bailén de Sevilla –al parecer llamada anteriormente como la calle del ABC, sin que sepa si tiene algo que ver con este famoso diario fundado en 1903- era entonces una de las tres calles principales de la ciudad, pero céntrica es, donde sus silenciosas paredes han visto desde el ocultamiento de imágenes en la II República hasta la primera secretaria o sede del  Sevilla Futbol Club.
Pero contemplado los videos que les dejo, recordé estas conversaciones con guasa con mi amigo de Linares, de que en la Madrugá Santa, aquel que dicen manda en la ciudad más que el mismo alcalde, pasea su dolor y su consuelo, y sobre todo su Gran Poder, por la calle Bailén, aunque solo sea por un trocito. Es por esa calle, Pedro del Toro, la que se encontraba llena de cera el Sábado Santo cuando volví a la ciudad, por la que se vislumbra sobrecogedoramente, “caminar” a Dios por la ciudad, la genialidad del maese Mesa, sublime obra con las gubias, eterna en inigualable unción sagrada. El paso del maestro Ruíz Gijón, deslumbrando recién restaurado rasgando el aire y la tensión que solo Él mueve en la llamada, noche más importante del año en Sevilla. Que grande tuvo que ser el utrerano, lo mismo te hacia esta maravilla que el Cachorro o el cirineo del San Isidoro… el silencio se “oye”, la calle llena y pareciese que estuviese tan vacía como cuando días antes la cruzábamos, casi a solas dibujando en nuestras almas sensaciones de gloria y de decepción…
Y revira el Dios de la ciudad por Bailén, con su peculiar zancada, la que le dio Mesa y la que le dan los hombres de Villanueva, aunque la original de los Ariza me impactaba más. Sigue buscando su casa en San Lorenzo, pasa por aquí según dicen por un rodeo que no se merece, pero yo creo que es que quizás el Señor les gusta oler el azahar de los naranjos entre el adoquinado de Bailén, antes de pasar por el Museo dejando una estela inolvidable como siempre hace…
Se marcha el “Paso de Cristo”, poderoso, rápido y por detrás llega otro “Paso de Cristo”… no se me desgarren las vestiduras, que sé sobradamente que es un paso palio donde María en su Mayor Dolor y Traspaso es consolada por el San Juan, casi hermano de Jesús por sus facciones mesinas, o casi para sostenerla en sus brazos rememorando las iconografías primitivas del pasmo, que se supone nunca tuvo que tener la Madre, muestra eterna de entereza ante la decisión del Padre, aunque en ello estuviese ver morir a un hijo… por Pedro del Toro buscando Bailén viene un nuevo apoteosis de lo que es un paso palio de categoría. El cajón presenta su tarjeta de visita de lo mustio y lo negro, la calle sigue estando “vacía” o eso parece ante el sepulcral silencio, y el palio viene andando, casi diría parafraseando a lo del Señor “¿has visto caminar a María?”. En los últimos años veo que este palio anda diferente al resto, es otro compás, criticado por unos como he visto por ahí, pero que a mí me llega… es un compás nunca visto, dicen que los profesionales los llevaban así a todos, no lo sé, pero tal como me dijo un amigo, disfruten del palio que anda como un Cristo, y es que parece que hasta el Mayor Dolor camina como su hijo, por la calle Bailén…




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