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miércoles, 30 de enero de 2013

PENAS SOBERANAS POR LA CALLE CASTILLA...


Las continuas noticias y críticas al vía crucis extraordinario que se celebrará dentro de dieciocho días en la capital hispalense me han hecho forjar una nueva historia. O varias de ellas, algunas vividas por mí y otras lo bastante curiosas como para ser mostradas a los apasionados del “capillismo”. Una de las quejas del vía crucis fue que a que venían salir pasos pocas semanas antes de Semana Santa, que se hubiese realizado en otro mes, no dentro de los días más complicados y atosigados para una hermandad de penitencia que tendrá que echar a sus pasos de Cristo dos veces a la calle en apenas un mes.
Hoy que ya casi se nos despide el primer mes de este año de 2013, acabo de recodar mucho frio… en 2006 por estas fechas hizo más frio aun, que en estos últimos días, incluso muchos vimos nuestras localidades nevadas por primera vez en nuestras vidas… aún recuerdo la madre de mi buen amigo Rubén Gómez llamándome, evidentemente preocupada para que no viajásemos por carretera, por las posibles heladas, hasta Sevilla… y es que en apenas un mes, aquel año Triana recibió la visita extraordinaria de un vecino divino que lleva “sentao” ya , más de 350 años consolando a su barrio paradójicamente con sus Penas, el que se sienta sobre una peña con la misma postura que un zapatero remendón…








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Fue la primera vez con el Señor de las Penas viviéndolo en la calle, el cual caminó “sentao y sobrao de compás”, solo sobre su apoteosis de paso –como en los viejos fotogramas de la memoria-, el que me maravilló, a mí y a más de uno de mi pueblo que aquel día se dio cuenta que Sevilla si podía hacer crecer una cofradía a cotas que muchos aquí no se imaginan. Aquel día nos llevó Fran “la gitana” a Cris, Rubén y a este servidor que nada más terminar de trabajar tomó rumbo a la vieja Híspalis para empaparse de las Penas del Hijo de la Estrella. Llegamos tarde, no sabíamos ni entrar a Sevilla y nos vimos negros para llegar hasta Triana. Mi amigo Vicente cogió el Ave desde Madrid y bajó, y por vía telefónica medio nos guiaba mientras la marcha real de la Presentación al Pueblo nos ponía los pelos de punta. Aparcamos al fin por el Cachorro y bajamos la calle castilla desesperados por ver al Señor, ahí fue el primer encuentro… además aquel día visitamos MUNARCO, cuando se celebró entre la Catedral, los Alcázares y la Casa de la Provincia. Pero la esencia era contemplar la salida del Señor de las Penas, que se paseó por Triana como debieran mandar los cánones, al ir sin misterio, sobre los pies y sin cambios, aquí no pudo “trianear” como diría su capataz Manuel Vizcaya…
Visitó la iglesia de La O, Santa Ana o la Capilla de los Marineros… momentos inolvidables, aún recuerdo la seria sonrisa de Caparros diciéndome en las puertas de la Catedral de Triana, “que este también le gustaba mucho…” mientras le recordaba su pasión por el Soberano que vive algo más abajo. Unos años antes, en otro tipo de extraordinaria, un palio, sin el mismo, dio un izquierdo que lo hizo coger el camino y marcharse a su casa, era un amante de un estilo, de unos cánones, ahora parece que no sabían ni hacer la O con un canuto… y en Triana y en la O, en la iglesia del Jorobaito, quizás la cuadrilla se hizo como diría un amigo, la más trianera con diferencia del barrio y “trianeó” ante estos emblemáticos templos hasta introducirse en ellos, como se diría; a hacer estación… ahí fue mi primera vez viviendo la esencia de “Sapatero de Triana”.
Curiosamente contemplando este video, me tocó el alma, cómo cosas que no percibimos para otros tienen una mayor importancia sentimental… a Manolo Vizcaya le dio la satisfacción de poder entrar a su Cristo con su cuadrilla en la misma iglesia donde un año la lluvia o el Soberano Poder dio por finalizado el sueño de su padre… Juan Vizcaya. El que lo “envenenó” y por qué no decirlo, nos envenenó a todos con esta esencia tan pura de Triana.
Este pasado Lunes Santo, la lluvia o el Soberano, quiso hacernos recordar aquel año 1976 donde la humilde cofradía de San Gonzalo comenzó a gestar su envidiable presente… este pasado Lunes Santo, en el Altozano comenzó a caerle un manta de agua al “tribunal de Triana”, el cual se encaminó hasta la Magdalena a refugiarse. Algunos recodaron aquel año 1976, año en que el Soberano se estrenaba al completo y Caifás la cabeza, y sobre todo la cuadrilla de jovencísimos costaleros hermanos que iban a llevar al Dios del Tardón hasta la Catedral, pero sin cruzar el Puente de Triana, cerrado por restauración, buscando otros accesos, como dirían en Triana, a Sevilla. Seguramente aquel motivo hizo que el misterio, sobre el antiguo paso buscase la morada del Nazareno de Triana y su Madre de La O en la Calle Castilla, para dibujar escenas irrepetibles como muestran las fotografías… ahí fue el “ahí queó” para siempre de Juan Vizcaya, cuando tiempo después murió en accidente de trafico sino me equivoco. Por cierto, solo el paso de la Virgen de La O se conserva en la actualidad, el resto fueron sustituidos por los actuales.


El palio, al igual que el año pasado se refugió en la capilla de la Estrella, recién estrenada el día anterior, por eso este año al volver a repetirse la estampa de ver a la Salud frente a frente con la Estrella, muchos se preguntaran por qué el misterio tiró hasta la Magdalena… el Jueves Santo por la mañana de 1976 volvió la cofradía hasta el Barrio León, vistiendo el Señor túnica blanca al no estar la morada en condiciones por la lluvia, donde pertenece la fotografía que un día les mostré. Curiosamente al Señor lo acompañaba la banda de la Estrella de Dos Hermanas, la cual le interpretó a la salida una adaptación a agrupación musical de “Pasa los Campanilleros” de Farfán… aquellos “inventos” de las agrupaciones… hasta que llegó la revolución de las Cigarreras, donde su aportación musical, con genialidades de Bienvenido Puelles –en honor de Vizcaya entre otras- y la manera de andar que imprimió la cuadrilla de San Gonzalo, ahora mandada por un jovencísimo Garduño, sentaron las bases que hicieron cambiar la Semana Santa para siempre, envuelta en aquellos días de incertidumbre que traía el nuevo estado democrático del país con la memoria aún muy fresca del recuerdo de cómo sentó la llegada de la democracia a este país, lo que trajo después y el efecto que tuvo en la iglesia y por ende en las cofradías… pero gracias a Dios la cosa no pintó tan mal…
1976

2012

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